La semana pasada me visitaron familiares. Nunca habían estado en Londres, por eso recibieron mi sermón habitual sobre cómo no comportarse como un turista. Mis consejos han cambiado desde que me mudé desde Australia hace más de 20 años. Esto fue antes de que la ciudad se convirtiera en la capital europea del robo de teléfonos.
La alta tasa de productividad de los carteristas londinenses me lleva a recomendar bolsos con cremallera, y preferiblemente con bolsillos. Las mochilas también son una buena opción. Estos mensajes suelen recibirse sin quejas, pero cuando llego a los puntos que más importan a quienes trabajamos en Londres, hay cierta incredulidad. “¿De verdad, siempre debo colocarme a la derecha de la escalera mecánica de una estación de metro?”, preguntan. Digo que sí porque si no, bloquearían el carril izquierdo que reservamos para gente como yo, que siempre estamos corriendo de una parte a otra.
“‘¿De verdad, siempre debo ponerme a la derecha en la escalera mecánica del metro?’, preguntan. Digo que sí, pero no les digo que ese es solo un aspecto de la lucha constante entre viajeros diarios y visitantes”.
Lo que no les digo es que eso es solo un aspecto de la lucha constante entre los viajeros habituales y los turistas; una competencia en la que no hay ganadores y que, en verano parece peor.
No hay esperanza de que los miles de turistas que visitan Londres este verano obedezcan el código de la escalera mecánica porque, como tantas otras cosas en la ciudad, no se publicita de manera uniforme, no existe oficialmente y ni siquiera tiene sentido.
Pruebas oficiales realizadas hace años demostraron que las escaleras mecánicas transportaban hasta 30% más de pasajeros cuando se obligaba a los viajeros diarios a permanecer de pie tanto a la derecha como a la izquierda de la escalera, dejándolos sin un carril para rebasar. Sin embargo, esta práctica nunca se impuso formalmente, en parte porque indignaba a los pasajeros.
Un informe sobre el experimento indicó que a muchas personas les preocupaba llegar tarde al trabajo o no poder hacer su ejercicio habitual y, por tanto, tomaban medidas desesperadas. Por eso doy instrucciones firmes a los visitantes para que sigan avanzando en la parte superior de las escaleras mecánicas, en lugar de detenerse en seco para revisar el teléfono o mirar a su alrededor para decidir adónde ir.
Deambular, caminar de tres en tres o cualquier otra cosa que bloquee la acera es desaconsejable en las calles concurridas de cualquier gran ciudad, donde investigaciones que se remontan a décadas atrás demuestran que la gente camina más rápido que en zonas menos pobladas.
En cualquier caso, los visitantes de Londres deben saber que si obstaculizan el avance de quienes viajan al trabajo lo hacen bajo su propio riesgo ... y no solo cuando van a pie.
Ahora son tantos los londinenses que van en bicicleta al trabajo que las bicicletas superan en número a los coches casi dos a uno durante el día en el distrito financiero de la City de Londres.
Lo que me lleva a mi último consejo para los visitantes de Londres: las bicicletas son una forma fantástica de ver esta maravillosa ciudad, especialmente las eléctricas sin anclaje alquiladas por miles de londinenses.
Así que, por favor, alquila una. Pero, por favor, intenta no molestar a los ciclistas que viajan al trabajo desviándote por la calle o deteniéndote de repente donde no deberías.
Londres ya tiene suficientes de estos conductores torpes, y todos son completamente locales.