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Vengo de trabajos y misiones de verano. Suena relamido...

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Vengo de trabajos y misiones de verano. Suena relamido, pero es una inyección de vida para esta patria nuestra, ya que son miles de jóvenes repartidos por toda la geografía nacional, que le regalan alegría y esperanza. Ya sea en Un Techo para Chile, misiones UC, misiones parroquiales o escolares. Como sea, gracias a ellos, nuestra patria es un poco mejor, algo más humana y fraterna.



Soy de la idea de que estos proyectos pasen a ser parte de un plan de estudios; obligatorios, si se quiere. Cuando se ha pasado por trabajos voluntarios o misiones, se comprende su importancia para la formación de las personas. Algunos colegios católicos tienen las semanas sociales, de una experiencia laboral. Un joven que sabe sacar partido a esa experiencia, aprende mucho, no lo olvida nunca. No falta el que se aburra. Pero no es culpa de la experiencia. Es culpa de una mala elección o porque la persona en cuestión no supo sacarle partido a esa vivencia. Si se aprovecha bien, se aprende más que en muchas horas de lecciones teóricas sobre sociedad o cultura.

La caridad o solidaridad no es la solución para los problemas sociales que nos aquejan. Lo sé. Pero es un primer peldaño para sensibilizarse desde jóvenes ante el drama humano de muchos chilenos.

Muchas universidades han incluido en sus planes de estudio la elaboración de proyectos sociales, los que deben ser aplicados a lo largo del año o del estudio de la carrera. Quizá, por ahora, valga el que ellos sean voluntarios. No hay nada peor que la caridad obligada. Pero no es mala idea el buscar caminos para incentivarlos bastante más de lo que se hace hasta ahora. Todos ganamos como sociedad.

Leí por ahí que sólo uno de cada diez chilenos participa de algún voluntariado. Yo lo pregunto entre mis alumnos y pocos son los que dedican tiempo gratuito a hacer algo por otros. Y los que dedican tiempo a labores sociales, es porque finalmente enriquece su hoja de vida. Eso no tiene nada de malo. El punto es incentivar la gratuidad, sin adjetivos.

Es peligroso para una sociedad el que la veta generosa se seque o atrofie. Si es así, es porque algo anda mal. Lo propio de lo humano es darse en algún momento de la vida desinteresadamente. Ello nos vuelve al otro como otro, sin buscar siempre algún interés en esa relación. Ello nos hace fraternos; sensibles ante el dolor ajeno. Y ello requiere un cultivo positivo y consciente.

Una tarea para el año. Voluntariados hay miles. Voluntarios siempre se hacen pocos.

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