Editorial

Balance de Alta Dirección Pública

  • T+
  • T-

Compartir

El sistema de Alta Dirección Pública (ADP), creado en 2003 como una forma de privilegiar el mérito profesional sobre las conexiones políticas a la hora de llenar cargos públicos, cumple un nuevo año de operación con un saldo que exhibe un incremento sostenido de posiciones seleccionadas a lo largo de los años, las que han pasado desde 417 al inició el sistema en 2004 hasta 1.250, con que se apresta a cerrar este año.

Distintas métricas y valoraciones cualitativas sobre los alcances que ha tenido este sistema de selección a nivel de la performance del Estado hablan no sólo de avances evidentes a nivel de la gestión de distintos servicios del aparato público, sino que de una percepción del Estado como un ente más transparente, eficiente y efectivo en el uso de los recursos.

El establecimiento del ADP, como ha dicho a este medio el presidente de su consejo, ha surtido un efecto “contracultural”, que ha diluido la sensación de tráfico de influencias y nombramientos “dedocráticos” en el aparato público.

Con todo, y aunque no se visualiza una forma clara de abordar el tema, en estos años de operación el sistema ha evidenciado que las desvinculaciones entre presidencias aumentan muy por encima de las intra-presidencias, lo cual introduce un factor de incertidumbre entre los postulantes que se expresa en una caída en el número de candidatos a los distintos cargos con búsquedas en los periodos previos a elecciones. Se trata de un asunto relevante que impone una tarea al sistema y a la clase política, en orden de dar plenas garantías de que ejecutivos idóneos no están siendo despedidos arbitrariamente.

Lo más leído