Ciudad y regulación
En el último tiempo, y muy especialmente la semana pasada, una serie de informaciones han tenido como común denominador la ciudad y cómo y hasta dónde se puede lograr que la vida de éstas transite de modo armonioso y no, como queda la sensación, en forma caótica, compulsiva y desordenada.
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En el último tiempo, y muy especialmente la semana pasada, una serie de informaciones han tenido como común denominador la ciudad y cómo y hasta dónde se puede lograr que la vida de éstas transite de modo armonioso y no, como queda la sensación, en forma caótica, compulsiva y desordenada.
Sólo para dar una perspectiva amplia, y reservando por ahora el tema de la reciente aprobación del Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS 100), el tema ha estado implícito en el debate de expertos, comunidades y autoridades, sobre la reconstrucción de ciudades duramente golpeadas por el terremoto y el maremoto del año pasado, en donde tal vez el tema de la expropiación de paños o franjas de terreno costero ha sido lo más polémico.
También subyace el tema en toda la disputa judicial que se está desarrollando en la zona de Puchuncaví, la cual hoy tiene en el centro de la discusión los impactos ambientales y sanitarios de la fundición Ventanas de Codelco, pero que en realidad abarca una problemática mucho más extensa, porque lo que se observa en esa zona es una impresionante superposición de actividades industriales y zonas habitacionales, lo que representa una verdadera bomba de tiempo. En el origen, y más allá de si las viviendas llegaron después que las industrias a la zona de conflicto, lo que está latente es la pregunta de cómo fue posible que la situación de produjera. Identificar aquello es crítico para evitar a futuro episodios de similar naturaleza y, por qué no, perfilar mecanismos que se puedan aplicar en forma extendida para hacer y pensar la ciudad a nivel nacional.
Es justamente a la luz de estos dos casos que la aprobación del PRMS 100 permite instalar algunas interrogantes, las que básicamente tienen que ver con las formas e instituciones con que se está pensando y haciendo la ciudad. En todo el tema de la ampliación de la superficie urbana de Santiago quedó flotando un aura de sospecha y desconfianza. Sin poner en cuestión que la ciudad necesitaba crecer en forma ordenada y que no era posible llegar a un punto de ausencia de metros cuadrados para viviendas sociales, expertos en temas urbanos han sostenido que hace falta mayor transparencia y participación (técnica y ciudadana) en la discusión y aprobación de estas materias. La preocupación de fondo de estos interlocutores parece tener que ver con que estas decisiones se hagan mirando al largo plazo, y no con la lógica de las urgencias o del mal menor. Y que se hagan mirando más dimensiones, donde la eventual segregación social, los tiempos de trayecto, la polución formen parte del debate.