Deterioro en el mercado laboral
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Como se anticipaba, las últimas cifras de desempleo aportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), correspondientes al trimestre móvil febrero-abril, acusaron el previsible doble impacto que sobre el mercado del trabajo se esperaba tuviera la débil performance económica del país.
En efecto, y si bien en esta parte del año hay un efecto estacional que se manifiesta de manera regular, el último dato de desempleo no sólo se empinó hasta un 6,4%, sino que además el guarismo promedio refrendó un preocupante deterioro en la calidad de los puestos de trabajo que está ofreciendo la economía, en donde la categoría de trabajadores por cuenta propia, que para algunos es una forma eufemística de aludir a puestos de trabajo francamente precarios, creció 5,3%.
Además, y como lo prevén en forma virtualmente unánime los expertos, la tendencia sólo tendría espacio para empeorar, algo que se ha dejado sentir incluso a nivel tan doméstico como que la cesantía es la preocupación con mayores menciones en redes sociales.
Si bien las autoridades, avaladas por la magnitud acotada de la cifra global, siguen hablando de resiliencia del mercado del trabajo, lo cierto es que resulta del todo inconveniente pecar de confianza y optimismo, tanto porque las cifras de calidad del empleo ya son de por sí ingratas, como porque es casi un dato de la causa que una vez que el desempleo se dispara, volver a ponerlo en regla toma mucho más tiempo, con los consecuentes dolorosos efectos sociales que ello conlleva. La contención debe ser temprana y eficaz, lo que pasa inevitablemente por infundir confianza en el sector privado, principal fuente de empleo.