En año de reformas, mirando a Argentina

ste diario celebró, en junio del año pasado, cuando la afligida economía argentina recibió un doble respiro en la forma del mayor paquete de ayuda financiera en la historia del FMI (US$ 50 mil millones) y la recuperación de su calidad de "economía emergente" tras nueve años como "mercado frontera". Ello facilitaba la entrada de capitales al mercado financiero local y reflejaba, a nuestro juicio, confianza en un programa económico que busca inyectar racionalidad en las complejas finanzas públicas, controlar la elevada inflación, reducir la deuda fiscal y afianzar la autonomía del Banco Central".

Por desgracia, la crisis económica no ha amainado en el más de medio año transcurrido desde entonces. De hecho, según la revista Forbes, Argentina "está a un paso del colapso económico".

Mucho de ello tiene que ver con la política económica del gobierno de Mauricio Macri, tanto sus aciertos como sus desaciertos, incluyendo la controvertida gradualidad del ajuste fiscal. Pero, a su vez, las políticas del Ejecutivo reflejan, en medida considerable, intentos por revertir muchos años, incluso décadas, de manejo ineficiente y corrupto de las finanzas públicas. Así, medidas económicamente saludables como sincerar el precio de los servicios públicos tienen un elevado costo social, en especial para los más pobres, lo que pudiera tener el efecto político de aumentar el apoyo electoral de los sectores que causaron el problema, en desmedro de quienes hoy procuran resolverlo.

Los argentinos están pagando hoy los costos de gobiernos que dejaron el poder hace tiempo, pero cuyas malas decisiones económicas no se fueron con ellos. Así, el país trasandino entrega un doloroso ejemplo del impacto de largo plazo que pueden tener las malas políticas.

En un año en que Chile discutirá reformas estructurales clave —tributaria, laboral, previsional—, la lección de nuestro vecino no puede ser desoída por quienes tienen la responsabilidad de tramitarlas en el gobierno y en el Congreso.