Editorial

Escenario externo más adverso para Chile

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El inicio del año 2016 no ha estado acompañado de buenas noticias para Chile a nivel internacional. El mapa de riesgos desafortunadamente ha estado decantando de manera negativa, con altos niveles de volatilidad en los mercados financieros, dudas persistentes respecto de China, una región latinoamericana en desaceleración y, en el caso de Brasil, en franca recesión y deprimidos desempeños de los mercados de commodities.

A nivel interno el cuadro no ha progresado de mejor forma. Con un balance anual 2015 en materia de inflación cuatro décimas por encima del techo del rango meta del Banco Central, con tasas de crecimiento bajo los pronósticos más pesimistas y con deprimidas expectativas de los agentes económicos, el 2016 tiene a buena parte de los expertos corrigiendo estimaciones y advirtiendo del riesgo de que se pueda configurar una suerte de “tormenta perfecta” que derive en una virtual estanflación.

Pese a la abundante evidencia adversa externa e interna, las autoridades hasta ahora se han limitado a “preocuparse” y menos a “ocuparse” del asunto, donde tal vez una de las señales de impacto más instantáneo sería contener las incertidumbres que se derivan del voluntarismo reformista.

Si, como admiten a nivel oficialista, un escenario económico deprimido amaga la propia capacidad de cumplir lo prometido en la campaña, dar prioridad a este tema debiera ser esencial. Ello, claro está, en forma responsable y evitando la tentación facilista, como primera y única medida, echar mano a reservas o deteriorando los hoy ya más presionados índices que ostenta el sector público.

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