Editorial

Gabinete del Presidente Piñera

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El Presidente electo Sebastián Piñera dio a conocer ayer los nombres del elenco de 23 ministros que lo acompañarán en su segundo gobierno.

La conformación de este primer gabinete evidencia la intención del mandatario de combinar atributos apropiados para una buena administración y también para impulsar cambios que apunten a transformaciones más profundas: experiencia política y capacidad técnica, lealtad derivada de la amistad duradera, audacia en los juicios y también juventud con proyección en las lides del poder. Les mandató a unos y otros privilegiar el diálogo y los consensos.

Las reacciones de los dirigentes políticos y gremiales han sido mayoritariamente positivas, y sobre todo han estado orientadas a valorar la disposición a la unidad con que iniciarán su labor y las competencias profesionales y humanas de los elegidos. Algunos de los personeros designados, sin embargo y como suele ocurrir, generaron más oposición producto de posturas enérgicas y controversiales que han tenido en el pasado. Son los casos, por ejemplo, de los futuros secretarios de Educación, Relaciones Exteriores y Mujer.

Pero más allá de los aplausos y polémicas circunstanciales, lo importante es que el gabinete que emprenderá su trabajo en marzo próximo recoja un precepto central en el discurso con que Piñera oficializó los nombramientos: cultivar la capacidad de escuchar y escoger las mejores ideas para el beneficio de todos los chilenos. No es fácil. Perfeccionar la democracia y avanzar de verdad en la modernización del Estado –otras dos tareas que encomendó el presidente electo a sus ministros- pueden ser útiles para realizar bien este cometido, clave para un gobierno exitoso.

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