Editorial

Investigación y desarrollo

De ahi que sea digna de reconocimiento la agenda del Ministerio de Economia, que junto con promover la innovacion esta apuntando al corazon de las trabas burocraticas que ralentizan la iniciativa privada en el pais

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El gobierno acaba de completar el trabajo de diseño del proyecto de ley que flexibiliza el marco de incentivos vigentes que apuntan a promover un mayor nivel de inversión privada en investigación y desarrollo (I+D). Los objetivos trazados persiguen ampliar el alcance de los beneficios tributarios, de modo que en el agregado nacional sean los privados los protagonistas en materia de inversión en I+D, ojalá llegando a representar un 60% del total, bastante por encima del actual 44% que suman.



Con todo, rebarajar la composición de la inversión es un objetivo que debe darse tras el logro de otro que es simultáneo, esto es aumentar de manera relevante los actuales niveles de recursos que se destinan en el país a este fin. De acuerdo con la última encuesta realizada a nivel oficial, las magnitudes de recursos que se aplican en I+D en Chile han bajado en el último tiempo, representando en la actualidad cerca de 0,4% del PIB, muy por debajo de países como Brasil (1%) y ni que hablar de naciones de la OCDE, club del cual Chile forma parte y cuyos integrantes en promedio destinan un 2,3% de su PIB, es decir seis veces más que nuestro país.

El expediente de incentivar a las empresas de todos los tamaños que promueve el proyecto de ley es crucial con miras a la meta propuesta. Medidas como la extensión del tope de crédito tributario al que cada empresa tiene acceso combinadas con la eliminación del porcentaje mínimo de ingresos anuales que las compañías deben cumplir van en la dirección de flexibilizar y extender a las pequeñas y medianas empresas el uso de los beneficios existentes.

El reto de agregar valor e innovar no es privativo de las grandes corporaciones ni menos exclusivo de aquellas que hoy gozan de buena salud financiera. Es más, incluso se podría sostener que aquellas firmas que tienen altos niveles de utilidad (por ejemplo una minera que hoy capitaliza los altos precios del cobre) tienen menos incentivos a innovar en sus modelos de negocios y sistemas sistemas productivos que otras que operan en entornos menos cómodos.

La sintonía fina con que se estructuren las nuevas normas es clave también a nivel macroeconómico. Urge que el país y sus empresarios exploren nuevas fronteras y den con modelos que agreguen valor a nuestra producción. El alto precio del cobre puede surtir un efecto sedante de alcances peligrosos en la búsqueda de esos nuevos espacios. De ahí que sea digna de reconocimiento la agenda del Ministerio de Economía, que junto con promover la innovación está apuntando al corazón de las trabas burocráticas que ralentizan la iniciativa privada en el país.

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