Editorial

La última esperanza de Rousseff parece tambalear

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El PIB de Brasil se contrajo 0,2% anual en el cuarto trimestre, menos que la caída de 0,7% que esperaban los economistas, e incluso se expandió ligeramente respecto del tercero.


Pero más relevante que esto fue el salto en el desempleo, que pasó de 5,3% en enero a 5,9% el mes pasado, mientras que los salarios cayeron, en momentos en que la inflación sigue escalando más allá de la meta, pese a los esfuerzos del banco central por contener los precios, elevando las tasas de interés en 50 puntos base en cada una de sus últimas tres reuniones.


La presidenta Rousseff, y su predecesor, Lula, fundaron su programa económico en impulsar la economía por el lado de la demanda, con fuertes alzas en el salario mínimo, subsidios a los precios y programas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza y los incorporaron a las filas de los compradores, generando así un auge de consumo que estimuló el crecimiento. Sin embargo, se olvidaron del lado la oferta, aplazando las necesarias reformas en regulación y mejoras de infraestructura para elevar la competitividad de las empresas.
Con la economía estancada y el desempleo en alza, el único pilar que sostenía su cuestionado proyecto parece ahora tambalear.

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