Editorial

Lecciones del paro portuario

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Más allá del cuantioso costo económico y reputacional que está teniendo para el país el prolongado conflicto portuario, a mediano y largo plazo la situación que se está viviendo debiera permitir sacar conclusiones. Lecciones que tienen que ver con las señales que se enviarán según sea la forma en que se aborde y resuelva el conflicto, así como con la ineludible necesidad de hacerse cargo de factores de fondo que podrían estar incentivando la ocurrencia de este tipo de situaciones.



Hoy son los acontecimientos diarios y las urgencias lo que copan la atención de los involucrados, cuestión atendible, pero que no debe hacer olvidar que el sector portuario, sus clientes y las autoridades necesitarán revisar qué fallas o imperfecciones pueden existir y se requiere subsanar para evitar que este tipo de hechos se repitan.

En primer lugar, es claro que el conflicto no se puede a costa de enviar señales equívocas a quienes realizan paros ilegales. Lo anterior quiere decir que no es razonable que la solución del conflicto suponga validar al paro ilegal como mecanismo de presión, ya que ello sólo incentivará la reedición de estos conflictos en el tiempo o en otras áreas.

En segundo lugar, parece necesario mirar cómo están reguladas estas situaciones en puertos de otras partes del mundo, en especial cuando se trata de productos perecibles o de épocas críticas para el comercio exterior de un país.

Por último, habrá que ver el modelo de organización laboral de los puertos concesionados y si hay normas que podrían incentivar la presencia del trabajo eventual, flanco en donde hoy está radicado el conflicto.

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