Editorial

Para la PGU, nuevos impuestos: una lógica preocupante

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l gobierno ha mostrado gran empeño en lograr la aprobación de la Pensión Garantizada Universal (PGU) en esta etapa final de su mandato. Hace dos años ya se había aumentado la Pensión Básica Solidaria en 50%, y ahora lograría una mejoría importante de las pensiones de la clase media.

Si bien la idea de la PGU parece positiva desde el punto de vista técnico, eso no significa que cualquier nivel lo sea, ni menos que cualquier forma de financiamiento la justifique. A menudo se olvida que la sostenibilidad fiscal es también una política social clave, y que las crisis fiscales suelen ser muy regresivas.

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Lamentablemente, y aun cuando la oposición ha cuestionado la falta de financiamiento de la política, en vez de buscar formas de moderar el costo de la PGU, se han incorporado en la discusión nuevos beneficios, no relacionados con las pensiones, con más voluntarismo que buenos argumentos. Por su parte, el gobierno, por el apuro de que el proyecto se apruebe, ha ido introduciendo nuevas alzas tributarias, sin los necesarios estudios y con una lógica más a tono con el siglo pasado que con el actual.

La mayor contribución al financiamiento provendría del IVA a los servicios. Esto, si bien puede explicarse desde el punto de vista técnico por ser una exención sin una clara justificación, hacía recomendable una implementación gradual, por los efectos que genera en los precios y en los rubros que pasan a ser afectos. Por otra parte, un alza adicional a las contribuciones de las propiedades de mayor valor (ya se había establecido una sobretasa en 2020), junto con impuestos a bienes de lujo, abre un camino preocupante (además de financiar sólo un 10% de la PGU).

Aunque por ahora son pocos los que pagarán esos impuestos, cabe preguntarse si para cada beneficio adicional que se proponga habrá que gravar a un nuevo bien o contribuyente. En el pasado, eso produjo un sistema tributario lastrado con normas absurdas o incompatibles entre sí, que funcionaba con lógicas de pequeños grupos de presión y, además, recaudaba poco.

Reeditar ese "modelo" sería un costoso retroceso.

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