Editorial

Proyecto de reforma laboral

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Todo indica que el gobierno mandaría su proyecto de reforma laboral durante este trimestre, a pesar de que claramente no sería un factor que contribuiría a recuperar la confianza. No se conocen los cambios específicos que se incluirían; sin embargo, todo indica que el objetivo apuntaría a dar mayor poder a los sindicatos, haciéndose eco de las propuestas de la CUT.

Es válido preguntarse si es éste el tipo de reforma laboral que el país necesita para avanzar simultáneamente en eficiencia y equidad, y lo cierto es que la realidad de nuestro mercado laboral apunta en sentido contrario. Como punto de partida, un mercado laboral con mayor poder sindical perjudica a los desempleados, trabajadores por cuenta propia y asalariados sin contrato. Estamos hablando de un total de más de 2,8 millones de trabajadores que se pueden ver perjudicados por la reforma laboral, un 34% de la fuerza de trabajo. Pero no sólo es un grupo muy significativo en número, sino también es el más vulnerable desde el punto de vista social.

Por otro lado, una reforma laboral como la que se ha planteado tiene a favorecer (aunque no es así en el largo plazo) a ocupados menos vulnerables que trabajan en grandes empresas. No parecieran ser entonces las reformas en discusión las apropiadas para mejorar la equidad, y al mismo tiempo favorecer la competitividad y el desarrollo del país. Queda aún mucho por hacer en términos de capacitación y formalización laboral, y políticas que rigidizan el mercado probablemente terminan atentando en contra de esos dos objetivos. Beneficiar a un grupo de trabajadores de grandes empresas, perjudicando a la vez a grupos más vulnerables y numerosos difícilmente contribuirá a mejorar la distribución del ingreso.

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