Editorial

Recaudación y reforma tributaria

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Una revisión de los estados financieros 2015 reportados por las principales empresas del país permitió constatar que el año pasado la recaudación tributaria por concepto de impuesto a la renta anotó su mayor baja en cinco años, al retroceder 34%, es decir, con una merma de US$ 1.900 millones, para cerrar en US$ 3.642 millones recaudados en una muestra de 169 compañías.

El menor crecimiento de la economía es la fuerza que está detrás de este desempeño, impactando tanto las ventas como las ganancias de las sociedades que operan y tributan en el país.

Si bien en 2015 se materializó el segundo incremento escalonado en la tasa de impuesto aplicable a las empresas bajo el régimen de integración parcial contemplado en la reforma tributaria de 2014 (hasta 22,5%), la menor recaudación final registrada ese año pone de relieve la insustituible relevancia que tiene el crecimiento como motor de creación de riqueza y bienestar, cuestión que, por supuesto, se expresa en los estados financieros de las empresas y el consecuente nivel de impuestos que cancelan.

Es a este nivel que cobra relevancia la visión crítica que existe en amplios círculos respecto del “shock autónomo” del que ha sido víctima la economía y que ha hecho que el país se encuentre creciendo a tasas mediocres y por debajo de lo que es su potencial. La forma en que se ha administrado la agenda de reformas de los últimos años y el enfoque de varias de las medidas tramitadas ha impuesto un fuerte gravamen a la capacidad de crecer del país y ha llevado a las empresas a un estado de compás de espera en sus decisiones cuyo costo estamos pagando desde ya.

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