Editorial

Trámite de la reforma laboral

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Con polémica, como ha sido la tónica por más de un año en que ha estado discutiéndose, el proyecto de ley de reforma laboral completó ayer su tercer trámite en la Cámara de Diputados. Y lo hizo sin poder despejar completamente los disensos parlamentarios, especialmente en dos materias bulladas como la negociación a nivel de sindicato interempresa y el concepto de huelga pacífica.

Si bien el debate sobre los temas en que hay desencuentro seguirá desarrollándose en abril al interior de una comisión mixta, la fase completada ayer fue calificada por la titular del Ministerio del Trabajo como “un triunfo” del Ejecutivo y como un paso que permitirá avanzar hacia “relaciones laborales modernas”.

Sin embargo, más allá de las declaraciones, lo cierto es que todo indica que el entramado normativo que está tomando forma en el Congreso, está lejos de poder ser calificado como la antesala a relaciones laborales modernas.

Expertos de diversas tendencias han coincidido que tanto el proyecto original del Ejecutivo como el texto que está quedando como resultado del debate parlamentario representan más bien una visión engorrosa y anacrónica de las relaciones laborales, sin hacerse cargo ni remotamente de los desafíos que enfrenta el mercado del trabajo, los que en forma sustantiva se derivan de la llamada cuarta revolución industrial.

La visión de las relaciones laborales como una zona de conflicto de suma cero y la ausencia de una agenda laboral que enfrente los retos de futuro para la empresa y sus trabajadores son situaciones que vienen a amagar la posibilidad de recuperar la capacidad de crecimiento del país, hoy tan debilitada.

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