Opinión

Tributación de los derivados. ¿Greed is good?

Juan Pablo Orellana

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Estando inmersos en una economía globalizada, nuestro mercado financiero no tenía una legislación tributaria que regulara el tratamiento impositivo de los instrumentos derivados.



Por el contrario, el Servicio de Impuestos Internos (SII) había interpretado de manera casuística los efectos en materia de impuestos, de ciertos instrumentos financieros. Hoy, el escenario es distinto, dada la existencia de la Ley Nº 20.544, vigente a contar del día 1 de enero de 2012. Era usual que hasta la dictación de esta norma, se debía distinguir si el instrumento tenía por finalidad la cobertura o bien una actividad de especulación, lo que era subjetivo y quedaba al arbitrio de la autoridad.

Esta Ley fue materia de una peculiar discusión en el Congreso con inusitados comentarios tales como que la actividad especulativa era “un mal de la economía” o incluso que era “ilegítima”. Nada de lo anterior quedó en la norma finalmente aprobada.

La distinción tampoco podía estar en la legislación común debido a que como toda actividad económica, se basa en la expectativa futura de obtener una ganancia. Así por lo demás lo entiende el Código Civil al establecer como un elemento de la esencia de la sociedad el que los socios persigan beneficios y que éstos sean apreciables en dinero. Cuando una persona compra acciones en la bolsa ¿qué es lo que espera? Una ganancia. ¿Será eso un mal de la economía o una actividad ilegítima? No, es la forma como funciona nuestro sistema económico, ya que como contrapartida existe otra persona que espera obtener una rentabilidad. Con la nueva normativa, aspectos esenciales tales como si un extranjero se ve gravado en Chile por invertir en un instrumento derivado, el momento en que las rentas deben ser reconocidas, cuando un gasto en derivados puede ser deducido para efectos tributarios, tienen una respuesta clara en la actual legislación. Debiera esperarse por lo tanto, una masificación en los instrumentos financieros y además que el mercado entregue más variables de inversión. La especulación no es la causa de las crisis que se han vivido, sino que errores en el diseño o en el funcionamiento del sistema económico.

La especulación, a falta de una mejor palabra (parafraseando a Gordon Gekko respecto de la avaricia), hace que hoy nuestra economía funcione.

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