Existe una sensación de incomodidad al leer Donde me siento vivo, los ochomiles de Juan Pablo Mohr (Planeta, 2024), recién publicado por el periodista Matías Rivas Aylwin.
Uno tanto que se queja del frío en las calles, de las lluvias, de los vientos. Uno termina sintiéndose culpable: en este libro aprendes que, a miles de metros de altura en el K2, con -60 grados celsius, el agua en las cantimploras se congela, las extremidades no responden y los dispositivos de comunicación satelital no funcionan. Que incluso los GPS pierden su función por causas extremas. Es decir, incluso las cosas más mundanas, esas que te mantienen vivo, no siguen las lógicas terrestres en las infinitas montañas de Pakistán.
Uno aprende, además, que ahí, en pleno invierno, sin botellas de oxígeno, un chileno decidió subir a la cumbre del K2, una montaña perteneciente a la cordillera del Karakórum. Que atrás, en Chile, dejó amigos, hijos, fama y toda una vida. Y que ahí, en febrero de 2021, Juan Pablo Mohr murió luego de ser reportado desaparecido por el gobierno de Pakistán.
A primera vista parece un sinsentido, un capricho. Pero el libro de Matías Rivas va en la dirección contraria. Con un detalladísimo recuento de los hechos en el K2 -intercalados con episodios de la vida de Mohr que lo llevaron a su pasión por la altura; desde su vida en el colegio hasta su ascenso como un famoso montañista- uno llega a entender lo inentendible: que ahí, en las alturas de los ochomiles de los Himalayas, Mohr había encontrado su lugar.
Con diez capítulos y un epílogo, este libro es mucho más que una crónica de montañismo: es un relato sobre cómo las personas se comportan en situaciones extremas. De cómo puede surgir el peor egoísmo o la mayor valentía en momentos de vida o muerte. Con diálogos detallados y largas descripciones, Donde me siento vivo logra su cometido: que el lector entienda, incluso aunque no haya completado ningún sendero de trekking, la loca ambición detrás de la alta montaña. Por Mateo Navas.
La pintora e ilustradora chilena Marcela Trujillo, reconocida por su identidad artística, Maliki acaba de inaugurar su nueva exposición, Vanity Fauna, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Se trata de un mundo ficticio plasmado por el particular imaginario visual de la artista y habitado por animalas, hembras no humanas, aristócratas victorianas de cuerpos antropomorfos y cabezas de especies salvajes. La alusión a este periodo histórico se refiere a la idealización de la imagen de las mujeres al mismo tiempo que debían camuflar su voz.
La muestra estará abierta hasta el 20 de octubre y en agosto se le sumará el lanzamiento de una revista, una ficción dibujada, pintada, escrita y diseñada realizada por Marcela Trujillo y un equipo de trabajo compuesto por Rolando Báez, curador y museógrafo; Antonia Viu, curadora y editora; Carolina Zañartu, diseñadora; y The Wall y Omnio, papel mural. La publicación contiene editorial, reportajes, entrevistas, columnas, humor, literatura, arte, moda, gastronomía, ciencia y salud. Cada sección está escrita por una periodista animala, cuyos retratos están impresos en el papel mural.
Además, en el Salón de Artes y Artificios se presentan los tres primeros lugares de un concurso donde tres artistas animalas reversionaron pinturas de la Colección del MNBA: En el balcón y Retrato de la hija del general Bulnes, ambas de Pedro Lira; además de La lectura (1874), de Cosme San Martín.
En Prime Video se puede ver Ferrari, la cinta dirigida por Michael Mann que se enfoca en el personaje del expiloto y dueño de la escudería que lleva su nombre. Con Adam Driver como Enzo Ferrari, Penélope Cruz como su esposa Laura y Shailene Woodley como su amante Lina Lardi, la película se sitúa en el verano de 1957 cuando Ferrari, todavía de duelo por la muerte de su hijo, enfrenta un complejo escenario financiero de la escudería y se empecina en ganar la carrera de las Mil Millas.
Un filme que mezcla el amor por los autos, el diseño y la velocidad, ideal para los seguidores de la Fórmula 1, con la vida personal de un hombre profundamente competitivo.
Este 26 de junio se abrió la convocatoria para postular al premio que busca visibilizar a una generación de artistas mayores de 60 años y mostrar su aporte al desarrollo de las artes visuales. En sus versiones anteriores el concurso ha reconocido a 16 artistas y han participado más de 650 creadoras de distintas partes del país.
En esta quinta edición se premiará el trabajo de cuatro artistas visuales, entregándoles un reconocimiento junto con un importante aporte monetario: $ 5 millones para el primer lugar, $ 2 millones para el premio del público y $ 1.5 millones para dos menciones honrosas.
La convocatoria estará abierta hasta el 25 de septiembre y podrán participar artistas chilenas, residentes en Chile o el extranjero, y extranjeras con residencia en Chile, que tengan 60 años o más. Las artistas interesadas pueden inscribirse en el sitio www.premiopam.cl o bien ser postuladas por terceros.
La selección de las ganadoras estará a cargo de un jurado integrado por Denise Ratinoff, directora regional de la casa de subastas Christie’s; Ximena Rojas, artista visual y directora de Fundación Antenna; Paula Solimano, curadora chilena, Cecilia Valdés, periodista y crítica de arte en representación del Capítulo Chileno del National Museum of Women in the Arts, y Marion Díaz como representante de Bank of America, además de un voto del público. Lo interesante es que se trata de un voto a ciegas, se vota por una obra sin conocer la identidad de su autora, hasta que se dan a conocer las ganadoras.
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