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IPoM: Sincerando el escenario

Por Rodrigo Aravena G. Economista Jefe-Banco de Chile

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Nuevamente el Banco Central recortó la estimación de crecimiento del PIB, lo cual no sólo continúa con esta tendencia observada el último año y medio, sino que además confirma un bienio con una escasa expansión en torno a 2%, la más baja desde la recesión que Chile tuvo el año 2009. Pero más allá de este tipo de conclusiones, creo que los contenidos del IPoM levantan tres puntos que merecen una especial atención: una revisión de la visión estructural de la economía chilena (es decir, mucho más allá de lo atribuible al ciclo en sí), muestra una actitud definitivamente mucho más dura ante la inflación actual, y las estimaciones de 2016 nos obligan a revisar una serie de tareas que tenemos a nivel de país el próximo año.

La revisión del PIB tendencial, si bien era algo esperable, tiene implicancias no despreciables. Entre ellas destacan el prácticamente inexistente espacio para bajar tasas y los menores efectos desinflacionarios del bajo crecimiento, entre otros. Este tema lo tendremos presente con tanto o más protagonismo en el corto plazo, considerando que estamos ad portas del presupuesto fiscal de 2016.

El segundo punto que el Central puso al centro de la discusión, con una relevancia mucho mayor que en otras ocasiones (que incluso se vio reflejado en el hincapié que hizo el Presidente en las reflexiones finales presentadas al Senado), fue la incomodidad que existe no sólo con el actual nivel de inflación, sino que además con los riesgos provenientes de una persistencia mayor a la esperada. ¿Qué nos quiso decir el Central con este mayor énfasis? Principalmente, que no hay espacio para dudar que el control inflacionario es el objetivo primordial, y que por mucho que el shock sea exógeno y/o que la economía esté débil, actuarán si la inflación no cede. Más allá de la discusión sobre el timing exacto del alza de TPM, creo que no debemos perdernos en que el compromiso con la meta está más intacto que nunca.

El tercer punto que destaco de este IPoM, y que quizás requiere una discusión un poco más amplia (debido a que trasciende mucho más allá de la política monetaria), es el cuadro de crecimiento que se esbozó para 2016. Si bien el Central ve una actividad recuperándose el próximo año, ello en gran medida sería posible si es que el resto del mundo crece más y sobre todo si es que las expectativas locales presentan una recuperación.

Pero no podemos olvidar que fue justamente esta última variable la que ha estado detrás de gran parte de las menores expectativas (un año atrás el Central esperaba un crecimiento centrado en 3,5% en 2015). Pero ¿qué tan confiados podemos estar en que el resto del mundo estará más dinámico el próximo año? La respuesta no es obvia, más aún al considerar los riesgos de una desaceleración más abrupta en China y la incertidumbre sobre efectos indeseados del alza de la tasa de la Fed.

Es más, creo que incluso tenemos algo más de certidumbre con algunos elementos que nos pondrán algunos desafíos adicionales el próximo año, como el menor aumento del gasto fiscal, condiciones monetarias algo menos expansivas y precios de commodities quizás algo inferiores. Así, el desafío que tenemos como país es, desde ya, hacer todos los esfuerzos para recuperar los niveles de confianza y poner la importancia del crecimiento económico como prioridad nacional.

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