La semana pasada el gobierno de Dilma Rousseff salió a desmentir como ridículas las versiones de que el Brasil tendrían que afrontar un racionamiento eléctrico tras una serie de apagones que afectaron el suministro.
Ayer, sin embargo, la autoridad tuvo que reconocer la gravedad de la situación y la propia mandataria convocó a una reunión de emergencia con funcionarios del sector.
La cita fue activada luego de que el agua en los embalses de las centrales hidroeléctricas -que proveen la mayor parte de la electricidad de Brasil- cayeran cerca de niveles críticos, reportó ayer el periódico local Folha de Sao Paulo.
La caída en las reservas se produce justo en momentos en que crece el aumento en las temperaturas eleva el consumo eléctrico porque más brasileños encienden sus aparatos de aire acondicionado.
Si la situación se agrava podría ser necesario racionar el consumo, una posibilidad que golpearía a la industria local y complicaría a una economía que el año pasado prácticamente se estancó con una expansión estimada menor a 1% (la más baja desde 2009), y sabotear el repunte esperado para 2013.
Racionamiento eléctrico
Aunque en el sur del país, la agencia gubernamental de meteorología Inmet espera niveles habituales de lluvia, sin embargo, la región del nordeste del país sufre la peor sequía en décadas y la situación podría agravarse en los próximos meses.
Mauricio Tolmasquim, jefe del instituto de investigación de energía y cercano al Gobierno, dijo que en caso de urgencia las autoridades echarían mano a la generación con gas.
Pero los actores de la industria privada están más pesimistas. “La posibilidad de no tener racionamiento es pequeña. La situación es ultra crítica”, dijo la semana pasada a Reuters un ejecutivo del sector eléctrico.
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