Cartas

Cartas al Director

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Qué ciudadanos y cómo formarlos

Señor Director:
Tanto la propuesta anterior del Senado, como la reciente declaración de la Presidenta Michelle Bachelet de reforzar la educación cívica en el sistema educativo chileno, como parte de la Agenda de Probidad, tienen clara orientación y justificación.
Ambas parecen ir fuertemente encaminadas a contrarrestar un supuesto estado actual de desapego político de la juventud chilena, de desconfianza en las instituciones y, pareciera, de desafección hacia el sistema democrático en sí mismo.
Sin embargo, algunos estudios destacan que el distanciamiento de los jóvenes se ha producido sobre el sistema tradicional de partidos y la clase política, mientras que otras formas de participación social y democrática, más a nivel local y asociativo, parecen captar crecientemente su interés.
Por otro lado, los aún recientes episodios de movilización estudiantil, junto a otros ya históricos, más allá de su diverso carácter e intencionalidad, sirven para echar por tierra la ya manida frase de que los jóvenes chilenos "no están ni ahí" con la política ni lo que pasa en Chile.
El problema, a mi parecer, sería querer formar ciudadanos a "contra pelo", con fórmulas rígidas y descontextualizadas, tanto sobre el funcionamiento ideal de una democracia y la función del ciudadano, como a nivel educativo sobre cómo formar y qué competencias queremos desarrollar.
Diversos países tienen en sus currículos asignaturas para la formación ciudadana, mientras que otros la siguen trabajando de forma transversal. No hay una fórmula mejor que otra, sino que todo depende del qué y el cómo. ¿De qué serviría una nueva asignatura que insistiera en reforzar viejos contenidos? ¿Cómo formar para la participación democrática en aulas donde apenas hay lugar a la participación? ¿De qué ciudadanos hablamos, ciudadanos sumisos, autónomos, críticos...?
Estas y otras preguntas debieran abordarse con sinceridad si existe la real intención de producir un cambio educativo. Porque una nueva asignatura, necesaria, bien puede quedarse en una improductiva carga horaria al ya apretado currículo escolar.

Dr. Rosendo Martínez, Núcleo de Investigación en Educación. Universidad Andrés Bello

Nueva ministra del Trabajo

Señor Director:
La nueva ministra del trabajo tiene la gran oportunidad de dar un vuelco pro-empleo a la reforma laboral. Para llegar a niveles de ocupación que muestran los países más desarrollados, Chile requiere aumentar en aproximadamente un 30% la cantidad de gente que trabaja, equivalente a unos 2 millones de personas!. El Instituto Nacional de la Juventud publicó que hay alrededor de 750.000 jóvenes NINIS, que no trabajan ni buscan empleo.
Debemos preocuparnos del crecimiento económico y la creación de trabajos formales remunerados. Debemos flexibilizar el trabajo, de modo que esos jóvenes puedan ser contratados como aprendices, o que más mujeres se incorporen a la fuerza laboral (tenemos una de las tasas de empleo femenino más bajas del mundo).
La reforma laboral es una tremenda oportunidad: demos flexibilidad para que les empresas y personas se acomoden a sus necesidades. Establezcamos salario mínimo por horas, turnos de trabajo de mutuo acuerdo, subsidio a la contratación de jóvenes, capacitación en oficios, construyamos jardines y guarderías para que las mujeres puedan trabajar. Cambiemos el esquema de indemnizaciones por año de servicio (IAS) y que sea un tercio del actual, pero a todo evento, de modo que las empresas pierdan el miedo a contratar, se puedan adaptar si les va mal y el trabajador se puede cambiar de trabajo si tiene una mejor oferta, sin temor a perder su IAS. ¿Equidad? Muy simple. Cambiemos la Gratificación Legal y que sea obligatorio repartir el 20% de las utilidades liquidas de las empresas a los trabajadores, deducido el 10% sobre el capital propio. Pero, sin rebajas como permite el sistema actual, al anticipar un 25% de la remuneración, con un tope de 4.75 Ingresos Mínimos Mensuales.

Emilio Bouchon Aguirre, Ing. Civil Industrial, MBA

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