Cartas al director
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Reset
Señor Director:
Lo de la semana pasada fue una clase brutal de economía y computación. Los principios más básicos de ambas ramas se pusieron a prueba cuando alguien reconoció que el sistema se había caído o se encontraba “pegado” y se requería apretar algún botón que reseteara todo, reconociendo tardía y dolorosamente la máxima de la economía: los recursos son limitados y las necesidades múltiples y jerarquizables. A pesar del ataque de realismo y sinceridad, a estas alturas es imposible hacer algo que en los smartphones se puede: restaurar el sistema a su estado virginal. Aquí no hay borrón y cuenta nueva, principalmente porque se extremó todo a un punto en que el daño fue bajo la línea de flotación. Se puede enmendar el rumbo con las reformas, para “recuperar las confianzas” como dicen, pero el ambiente que generó la retro y la dupla Arenas-Peñailillo, sumado a los graves casos de corrupción, hacen fácil para cualquiera cuestionar la legitimidad de los cambios.
Teniendo este estigma de la corrupción, la Presidenta deberá buscar aquellos proyectos que convierta en emblemas y donde efectivamente pueda establecer un sello de su gobierno, y el giro dado la semana pasada puede convertirse en humo si este reconocimiento de la realidad no comienza con la revisión de varios aspectos que solo agregan confusión, desconfianza y pesimismo. Como punto de partida la reforma tributaria, que debe tener una vuelta atrás en lo que respecta a los sistemas paralelos, simplificando o eliminando la famosa renta atribuida, dejando el 27% como tasa de 1era categoría y negociando fórmulas de acelerar el pago del Global Complementario respecto al FUT acumulado, que agregue recursos frescos al erario nacional con tasas que sean realmente un incentivo. Algo similar debe ocurrir con la reforma al sistema educacional, donde debe buscarse un gran acuerdo nacional que permita lo que el país necesita. Y en la reforma laboral, permitir aquellos cambios que no entorpezcan el crecimiento del país y si el crecimiento de los salarios.
Quizás para hacer más creíble este ataque de sinceridad, se deba crear una agenda seria y robusta de modernización del estado. Ese proyecto, complementario al de control y castigo de la corrupción, podría ser algo relevante para un país donde la institucionalidad está quedando chica, atrasada y que hoy se ve como algo que efectivamente entorpece el verdadero desarrollo.
Jorge Condeza Neuber
Realismo, renuncia y reacción
Señor Director:
Hace justo una semana Michelle Bachelet redefinía su proyecto con el nuevo eslogan “realismo sin renuncia”, y ya han comenzado algunas retiradas.
Se pospone el “proceso constituyente” porque, en palabras del democratacristiano Genaro Arriagada, hacerlo en el contexto actual “sería simplemente suicida”, además de que Bachelet descarta la vía plebiscitaria. Andrade aclara que reforma de pensiones en el actual gobierno “va a ser imposible pensar”, y siguen las típicas declaraciones de derrota y vergüenza cuando se choca tan fuertemente con la realidad de que “no contaremos con los recursos previstos” para realizar las fantasías de la facción de gobierno. Está claro que lo están haciendo muy mal, pero ¿la gente se plegará a favorecer a la actual oposición en el futuro? Eso no es claro. Lo peligroso en estas circunstancias son las espirales de decepción y radicalización de los que creían en el programa fantasioso. Karol Cariola ya declaró que su partido no tolerará retrocesos en el programa original, y que “si los compromisos no se cumplen, los ciudadanos tenemos todo el derecho a manifestarnos”. Será labor de los que defendemos los principios del orden republicano el reconocer y contrarrestar tan funesta tendencia.
Joaquín Rodríguez Droguett
Director de Formación, Círculo Acton
Realismo
Señor Director:
La Nueva Mayoría nunca midió las negativas consecuencias de su avalancha de reformas estructurales. En estos 16 meses, se ha comportado como un verdadero adolescente. Para que Chile sea un país desarrollado, debe privilegiar la calidad ante la cantidad y los políticos serios, maduros, sensatos y con una amplia experiencia.
Juan Eduardo Morales Veas