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China, India y el ascenso del “Estado civilización”

Gideon Rachman Copyright The Financial Times Limited 2019

Por: Gideon Rachman | Publicado: Miércoles 6 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
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Gideon Rachman

El siglo XIX popularizó la idea del ‘Estado nación’. El siglo XXI podría ser el siglo del ‘Estado civilización’.

Un Estado civilización es un país que pretende representar no sólo un territorio histórico o una lengua o grupo étnico en particular, sino una civilización distintiva. Es una idea que está ganando terreno en Estados tan diversos como China, India, Rusia, Turquía e incluso EEUU.

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La noción de Estado civilización tiene implicaciones claramente iliberales. Implica que los intentos de definir los derechos humanos universales o los estándares democráticos comunes no funcionan, ya que cada civilización necesita instituciones políticas que reflejen su propia cultura única. La idea de un Estado civilización también es exclusiva. Los grupos minoritarios y los migrantes nunca pueden integrarse, porque no son parte de la civilización central.

Uno de los factores que está impulsando el concepto del Estado civilización es el ascenso de China. En sus discursos ante audiencias extranjeras, el presidente Xi Jinping enfatiza la historia y la civilización únicas de China. Esta idea ha sido promovida por intelectuales progubernamentales, como Zhang Weiwei. de la Universidad de Fudan.

Al igual que China, India tiene una población de más de mil millones de personas. Los teóricos del gobernante partido Bharatiya Janata (BJP) se sienten atraídos por la idea de que India es más que una simple nación; es, en cambio, una civilización distintiva. Para el BJP, el rasgo más distintivo de la civilización india es la religión hindú, una noción que relega implícitamente a los musulmanes indios a un segundo nivel de ciudadanía.

Las visiones civilizacionales del Estado también están ganando terreno en Rusia. Algunos de los ideólogos que rodean a Vladimir Putin han comenzado a acoger la idea de que Rusia representa una civilización euroasiática única, que nunca debería haber intentado integrarse con el Occidente.

En un sistema global moldeado por el Occidente, no es sorprendente que algunos intelectuales de otros países como China, India o Rusia quieran resaltar el carácter distintivo de sus propias civilizaciones. Lo que sí es sorprendente es que los pensadores de la derecha en EEUU también están alejándose de la idea de los “valores universales”, para enfatizar la naturaleza única y supuestamente bajo amenaza de la civilización occidental.

Steve Bannon, quien fue brevemente estratega en jefe en la Casa Blanca de Trump, ha argumentado repetidamente que la migración masiva y el declive de los valores cristianos tradicionales están socavando la civilización occidental. El argumento de Bannon de que la migración masiva está socavando los valores tradicionales de EEUU es uno de los fundamentos de la ideología de Donald Trump. En un discurso en Varsovia en 2017, el Presidente estadounidense declaró que “la cuestión fundamental de nuestro tiempo es si el Occidente tiene la voluntad para sobrevivir”, antes de asegurarle a su audiencia que “nuestra civilización triunfará”.

Curiosamente, el hecho de que Trump esté adoptando una visión “civilizacional” del mundo puede ser en realidad un síntoma de la decadencia del Occidente. Sus predecesores proclamaron con confianza que los valores estadounidenses eran “universales” y estaban destinados a triunfar en todo el mundo. Y fue el poder global de las ideas occidentales lo que convirtió al Estado nación en la norma internacional de organización política. El auge de potencias asiáticas como China e India puede resultar en nuevos modelos, en particular, el Estado civilización.

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