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China y sus patentes: ¿un arma de política internacional?

Rodrigo León Silva abogados

Por: Rodrigo León | Publicado: Miércoles 19 de diciembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Rodrigo León

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual publicó hace poco el número de patentes de invención solicitadas en 2017, uno de los factores que se consideran a la hora de levantar indicadores de innovación de un país, empresa o institución científica.

Llama particularmente la atención el enorme salto que está dando China, siendo por lejos el país con mayor número de solicitudes. Como ejemplo, la Oficina China de Patentes recibió el año pasado 1.381.594 solicitudes, seguida muy de lejos por Estados Unidos con 606.956, Japón (318.479), Corea del Sur (204.775) y la Unión Europea con unas decepcionantes 166.585 solicitudes.

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Sin embargo, esto debe ser analizados en más profundidad: del total de solicitudes chinas, solamente un 9.8% son de empresas e instituciones extranjeras, el resto son solamente chinas. ¿Por qué sucede esto? Pueden existir dos factores que lo expliquen. El primero, la enorme apuesta del gobierno chino por el patentamiento, mediante la inyección de una gran cantidad de recursos a las empresas, universidades y centros tecnológicos. Por ejemplo, la universidad que más solicitudes de patentes ha presentado es la Universidad China de Zhejiang, que en 2015 presentó 2.754; ese mismo año, la Universidad de California, la más activa en Estados Unidos, solamente presentó 739 solicitudes.

Pero existe también otro factor, que muchas veces no es fácil de distinguir: China sabe que la tecnología tiene una dimensión política, y es por eso que busca, a través de un verdadero escudo de solicitudes de patentes, impedir el ingreso a su país de tecnología extranjera monopólica, llenando el sistema de patentes de “papel” (es decir, sin reales efectos tecnológicos) que busquen bloquear el ingreso de patentes americanas, japonesas o europeas.

Que la guerra comercial entre China y occidente haya terminado no es claro. Más aún, lo probable es que la verdadera guerra comercial —la que implica la dimensión política y tecnológica— esté recién empezando. Lo anterior queda en evidencia con los continuos reclamos norteamericanos contra el país asiático en temas de propiedad intelectual, particularmente, por la violación de patentes y secretos industriales americanos. Un ejemplo reciente de dichos conflictos quedó en evidencia con los cargos judiciales pronunciados contra la directora financiera del gigante chino Huawei, Meng Wangzhou, en Canadá, por posibles infracciones a secretos industriales; nadie duda que Estados Unidos estaría detrás de dicha operación.

Más allá de estos conflictos recientes, es evidente que la relación China–Occidente va por caminos complejos en los que la tecnología como arma política tendrá cada vez más relevancia. China tiene muy claro su plan estratégico de política internacional, y en él las patentes y la tecnología serán un foco más a considerar en una disputa mundial que seguirá adelante y cuyas consecuencias afectarán a todos, incluido Chile.

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