Columnistas

Datos para desinformar

Por: Débora Calderón | Publicado: Jueves 2 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Con las últimas elecciones en Estados Unidos y la instalación definitiva del concepto de la post verdad en la que nos movemos hoy en términos de comunicación, va haciéndose cada vez más patente que la burbuja de información es mucho más que una maquinaria infalible de algoritmos que guían e influyen en nuestras decisiones.


Otros comportamientos más profundos comienzan también a instalarse a nivel de sociedad y han alertado voces expertas respecto de la parcialización cada vez más aguda con la que recibimos e interpretamos fenómenos aparentemente objetivos.


En los tiempos que corren, al parecer la idea de una sola historia, una sola verdad, dejó de ser posible. E incluso, esos datos que históricamente servían para demostrar la validez de una teoría, hoy parecen reafirmar justamente lo contrario.


El ser humano está cada vez más aferrado a sus propias percepciones y estas constataciones (aunque sean empíricas), solo contribuyen a alejar más las posturas en una discusión.


El fenómeno es bien paradójico: en una discusión, sumar información científica, real y objetiva en contra de la visión de una persona, no hace que ésta cambie de opinión, sino todo lo contrario: refuerza su apego a su posición original.


Son nuestras propias ideas preconcebidas las que mueven nuestro actuar y de ellas tomamos decisiones nada que ver con "la" realidad sino más bien con "mi" realidad. Dan Kahan, economista del comportamiento de Yale, ha estudiado justamente esta corriente conocida como asimilación sesgada. ¿Sus conclusiones? La gente da crédito o desacredita la información según los patrones que ya posee y su compromiso va en línea con un determinado set de valores que no varía a lo largo del tiempo.


A esto se suma otro fenómeno conocido como el sesgo de confirmación, el cual mueve a las personas a alimentarse a veces de información verdadera, otras de datos falsos y, en ocasiones, de evidencia francamente absurda para aumentar su escepticismo selectivo.


A nivel social, esta forma que tienen las personas de hacer prevalecer sus ideas o creencias, no tiene nada nuevo. Pero (siempre hay un pero...), la explosión de redes sociales y acceso a Internet potencia el fenómeno. En tanto algoritmos y sistema de inteligencia artificial, nos conocen mejor y nos muestran en forma más destacada contenidos e historias que nos tranquilizan y que confirman lo que ya pensábamos de antemano.


Mis redes sociales me muestran aquello que conversé vía mail con un conocido o promueven justamente aquellas páginas noticiosas en las que se profundizan los temas que estuve buscando en Google. Y de pronto, el entorno de cada persona se convierte en un espacio de tranquilidad aparente en el cual cada certeza, cada decisión, parece fundamentada y correcta.


Llevado al campo de las relaciones humanas, este nuevo status no hace más que alejar posturas, eliminar la posibilidad de acuerdos y recrudecer las diferencias tanto en el mundo virtual, como en este cada vez más frágil mundo real.

Lo más leído