Dos mandamientos de un decano
Manola Sánchez
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Manola Sánchez
En una de las más recientes ediciones del Financial Times, había una encuesta a alumnos de postgrado. En ella les preguntaban "¿Qué haría usted si fuera decano de una escuela de negocios?" Las respuestas sugerían claramente que en las empresas lo que quieren de un decano es, justamente, que esté en los negocios.
Y acá surge el primer mandamiento: que el decano no sólo tenga una tribuna académica respetable y premiada... sino que además sepa de los desafíos reales que enfrentan las empresas, los ejecutivos y sus líderes. Y me puse a pensar cuán cierto es eso de que falta cercanía. Muchos de los ex alumnos con los que me reúno –importantes empresarios y ejecutivos- me comentan que los enfoques académicos son relevantes para la toma de decisiones, pero claramente no es lo único en que enfocarse.
El conocimiento del entorno, de los temas de liderazgo, de los ciclos económicos, no pueden quedar fuera de un análisis estratégico. Por eso es que en estos meses, desde las alturas de Peñalolén, hemos visto con preocupación la caída en la confianza asociada a los negocios; la baja en la valoración de éstos como constructores de desarrollo nacional.
Y acá viene el segundo mandamiento: apalancar confianzas en el mundo empresarial, desde la academia. El IMCE -Índice Mensual de Confianza Empresarial que hacemos mes a mes con Icare- muestra claramente que estamos en una zona sin brotes verdes aún: terminamos 2014 con 40 puntos, muy lejos de los 59,8 de 2011; o de los 54,4 de 2013.
No sólo se trata de confianza asociada al contexto macroeconómico. Hay algo también en la trascendencia de los negocios.
Leyendo la prensa, a veces pareciera que ser empresario o emprendedor fuera menos relevante de lo que realmente es. Lo dijo el historiador inglés Niall Ferguson, en su reciente visita a Chile: la materia prima básica y fundamental para mejorar la calidad de vida de los pueblos, especialmente de los más pobres, es crecer.
El mandamiento de un decano, en este sentido, apunta a crear puentes entre la academia y los negocios para co-construir una nueva valoración de éstos frente a las comunidades, la opinión pública, los medios, los inversionistas y los políticos. Hacer negocios es hacer crecer al país. Buenos negocios, éticos, desafiantes, respetuosos de sus trabajadores: lo que la mayoría hace en Chile.
Yo estoy empeñada en cumplir con estos dos mandamientos.