Educación gratis para los más ricos
Hace dos semanas, la idea que más sonaba en el conflicto estudiantil...
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Hace dos semanas, la idea que más sonaba en el conflicto estudiantil era la del lucro, tanto así que incluso adquirió una connotación negativa que no le pertenece por esencia. Hoy, luego del último intento de diálogo
-fallido-, esta petición fue reemplazada por la de gratuidad en la educación para todas las universidades del Consejo de Rectores.
Existen muchas razones por las cuales una propuesta así es inconveniente e injusta. Primero, tenemos un error en el concepto mismo de justicia. Esta no significa “dar a todos lo mismo”, sino según la clásica definición de Ulpiano: “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Bajo esta definición, los desafíos en educación deberían ser resueltos buscando velar por el bien de todos, con especial énfasis en los más pobres.
Hoy, casi 57% de los estudiantes en universidades del Cruch son de los dos quintiles más altos. Por el contrario, las personas de los quintiles más pobres del país están preferentemente en CFT (30,9%) e IP (34,1%). La nueva propuesta del movimiento estudiantil busca que un alumno del 10% más rico de Chile estudie gratis en la PUC o en la Universidad de Chile, mientras un alumno pobre tendría que endeudarse pagando el Inacap o alguna universidad privada. ¿Es eso justo? ¿Por qué excluir de los beneficios a los que no estudian en instituciones del Cruch?
Otra razón es simplemente de buen uso de los recursos estatales. Las ayudas y subsidios del Estado deben ir ordenadamente concentrados en las necesidades de la gente. Los dineros del gobierno deben estar dirigidos siempre a las personas que no tengan la capacidad para pagar educación. De esta forma, el Estado no sólo puede abarcar más temas en la agenda social, sino que puede contribuir de mejor forma a dar oportunidades a los más pobres.
Para ocupar bien los recursos de manera que abarquen la mayor cantidad de necesidades sociales, debemos idear un eficiente sistema que permita lo siguiente: dar a los más pobres una educación superior gratuita; a la clase media, becas y créditos de manera que el acceso y la permanencia en el sistema no sea un problema; para los sectores que tengan la capacidad de pagar, que lo hagan, contribuyendo a que toda persona capaz, con o sin recursos, tenga la posibilidad de acceder a una educación de calidad. Para ello es clave que el Estado obre con justicia y no en base a eslóganes.