Ernesto Silva

La ilusión del consenso en las ideas

Por: Ernesto Silva | Publicado: Viernes 26 de abril de 2013 a las 05:00 hrs.
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Tal vez una de las novedades más relevantes del regreso de Michelle Bachelet es que ha consagrado de forma definitiva un quiebre profundo en el consenso de las ideas que deben gobernar Chile hacia el futuro.



Durante los primeros gobiernos de la Concertación, se instaló la idea de que había un razonable consenso en el rumbo que debía asumir nuestra democracia y desarrollo. Así, se desarrolló y profundizó con amplio acuerdo un sistema de salud mixto, un sistema educacional con amplia cobertura y en el cual los privados han sido protagonistas, un sistema de pensiones que gradualmente es perfeccionado, y una democracia cuyas instituciones -aunque siempre cuestionadas- resistían los embates del populismo. Muchas cosas más se acordaron, perfeccionaron y consolidaron.

Esto permitió un progreso social y económico sustantivo. Los más beneficiados por este progreso, fueron los grupos de menores recursos y los más excluidos de la sociedad.

Muchos señalaban a finales de los 90 y a principios de la década pasada que cada vez había menos diferencias en materia de visión de sociedad, salvo en temas valóricos.

Pero algo pareciera estar cambiando. Al principio fue Marco Enríquez-Ominami, luego el ingreso del Partido Comunista al Congreso, y posteriormente fueron los dirigentes estudiantiles de ciertas instituciones (no los estudiantes). Enríquez-Ominami “tiró el mantel” de la política en Chile en 2009, con una candidatura presidencial que desafió el sistema. El comunismo entró en 2010 al Congreso de la mano de una concesión increíble de la DC. Después, los polarizados dirigentes estudiantiles empatizaron con la ciudadanía y doblegaron la voluntad de la concertación, condenando la iniciativa privada y demonizando las bases del acuerdo social.

Es cierto que el actual gobierno ha hecho mucho por el país, pero también tiene -en conjunto con los partidos políticos que lo apoyan- una responsabilidad en el deterioro de la adhesión social a las ideas de la libertad. Son diversas las iniciativas que han puesto en tela de juicio la subsidiariedad del estado, el valor de la iniciativa privada, y el fomento de la libertad.

Pero lo que vino a generar un problema decisivo, fue la llegada de Michelle Bachelet y su discurso incendiario. Ahora hay que hacer todo de nuevo: nada de lo que se ha hecho tiene sentido y valor. No puede entenderse algo distinto si las propuestas de la ex ONU Mujeres son promover una AFP estatal, aumentar la carga tributaria, promover el matrimonio homosexual, crear una nueva constitución, entre otras medidas sorprendentes. Estas propuestas y este cambio tan radical en una persona que hasta hace menos de cuatro años dirigía al país genera desconfianza en las instituciones, en el sistema político, y en la visión que muchos pueden tener de Chile.

Nuestro país y sus líderes deben asumir la realidad. Las bases fundamentales sobre las cuales nuestro país ha construido su progreso son las correctas y deben profundizarse, no eliminarse o destruirse. Apostar por el crecimiento económico, por una política social focalizada en los más necesitados y en la búsqueda de generar capacidades, por un rol subsidiario del estado con mínimos de dignidad para las personas y las familias, y la convicción de que las personas y su iniciativa son los principales motores del desarrollo y bienestar, son el camino que debiera promover con fuerza quienes quieran promover el progreso de Chile.

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