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Exportaciones: un motor que no prende

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En 2016 las exportaciones registraron su quinto año consecutivo de caída, llegando a un nivel equivalente al 70% del registrado el año 2011, algo menos de US$ 60 billones en comparación con US$ 81 billones. Si bien la caída se explica por menores precios, los volúmenes muestran también un comportamiento menos que mediocre. Preocupante, porque nuestra historia de crecimiento está muy ligada al desarrollo exportador, el cual se ha estancado, con muy pocas excepciones, más vinculadas a elementos puntuales que a un desarrollo de largo plazo. Las exportaciones frutícolas, por ejemplo, tuvieron un muy buen año, con un aumento de 13,6%, ligado más bien a una recuperación de años anteriores no muy buenos. El rubro industrial, en cambio, sigue sin levantar cabeza, con un nivel de exportaciones que no se distancia mucho de la cifra de 2010, sin que haya rubros que muestren una evolución promisoria. El objetivo de Chile como potencia agroindustrial no parece tener resultados.

Es efectivo que la apreciación cambiaria generada por el boom minero hacía difícil hasta hace pocos años ganar competitividad para los rubros industriales, pero una vez finalizado ese boom se hubiera esperado que los rubros industriales, favorecidos por un tipo de cambio real más alto, pudieran reemplazar en parte las exportaciones mineras perdidas. Definitivamente eso no ha ocurrido, lo que apunta a un tipo de cambio real más alto aún, y más importante que eso, evidencia la necesidad de reformas que permitan aumentar la productividad de esos rubros, y compensar en algún grado los efectos negativos de las reformas tributaria y laboral.

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