La economía no da tregua, el gobierno empieza a entrar en pánico y la palabra incertidumbre se toma el escenario. Cuando las actuales autoridades sienten que tienen en la puerta del horno las reformas que han soñado por años, viene esta porfiada cosa de la incertidumbre que les quiere aguar la fiesta. Algo pasó que todavía no entienden bien, algo hizo que la máquina se trancara. Como diría Ayn Rand, parece que Atlas se encogió de hombros...
Y entonces en algún comité político alguien al parecer encontró la solución. Tenemos que dar confianza y terminar con la incertidumbre. Hay que convencer a los empresarios (esos malvados egoístas) para que vuelvan a invertir.
En un dos por tres se armó un plan de reactivación. Y dado que Lagos le puso el cascabel al gato con eso de "la falta de decisión política", nuestra presidenta decidió finalmente sacar la voz y anunció las medidas. Usaremos parte de lo recaudado por la reforma tributaria para reactivar la economía (un ejercicio un tanto circular, porque usáremos la causa inicial de la incertidumbre para ponerle término... Pero en fin). Se capitalizarán las empresas públicas del sacro Estado, y se ejecutará todo el presupuesto. Y haremos una gran alianza público privada. Genial, problema solucionado.
Sin embargo, el ambiente no cambió. La porfiada incertidumbre sigue ahí. Al parecer la audiencia estaba esperando oír algo respecto de las cosas que le generan cierta inquietud, como lo que han escuchado respecto de la educación de sus hijos, o respecto a que terminarán pagando la cuenta del alza de impuestos. Algunos incluso estarán un poco preocupados porque al parecer sus aportes a la Isapre parece que no son propios. Otros tienen algo de dinero en las AFP y han escuchado cosas raras en ese ámbito. Habrá también algunos que tienen una PYME y les preocupa el exceso de entusiasmo y falta de experiencia de la ministra del Trabajo y sus múltiples anuncios de reformas laborales. Quizás también hay algunos con preocupaciones más intelectuales, que escucharon a la ministra Rincón y al intendente Huenchumilla declarar que los derechos de propiedad están exagerados en nuestro ordenamiento, y como todos aspiran a ser dueños de algo algún día, quizás les puede dar algo de susto que los mismos que diseñaron el Transantiago y la Reforma Tributaria, además les dé ahora por escribir una Constitución.
Pero nuestra presidenta no se refirió a ninguna de estas cosas poco importantes. Ella sólo habló de cifras y gasto público, porque al parecer está convencida que el sacro Estado puede sacar esto adelante, y que su sólo ejemplo será la luz que guíe al país a retomar la senda de la inversión, el consumo y el crecimiento.
Ante esto, cabe preguntarse si el gobierno realmente no entiende o sencillamente no le importa. Como creo en la inteligencia de las personas, me inclino por lo segundo. No les importa. Para el gobierno de Michelle Bachelet es más importante el "programa" que el trabajo y bienestar de los chilenos y chilenas. Es más importante la lógica de "convertiremos Chile en un país socialdemócrata en un año", tal como señaló Rodrigo Peñailillo, que seguir creciendo y disminuyendo los niveles pobreza.
En pocas palabras, este gobierno ve una oportunidad de reformatear las bases institucionales de Chile, para dejarlas a la pinta de un gusto ideológico de la izquierda. Es lo que Girardi, Andrade y Bachelet siempre han soñado y hoy pueden hacer. Si como consecuencia disminuye el crecimiento y aumenta la probreza, no importa. En la visión de estos iluminados, podremos ser más pobres pero mejores. Una sociedad donde el sacro Estado (ellos) podrá influir más para equilibrar los resultados y así por arte de magia, todos serán más felices, ricos y trabajadores. Una ecuación que naturalmente no ha cuadrado en ninguna parte del mundo.
Si esto no fuera así, estaríamos escuchando a un gobierno preocupado por los efectos de su agenda y flexible para adecuarla. Invitar al país a una alianza público privada sin reconocer cual es el problema que hace necesaria esa alianza es sencillamente menospreciar la inteligencia del país.