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Por: RAFAEL ARIZTÍA | Publicado: Miércoles 4 de octubre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Cuando uno administra recursos de terceros, y eso es lo que hace por definición un gobierno, el estándar debe ser aplicar la misma diligencia para esa gestión que la que usaría para la gestión de lo propio. Desde esa perspectiva, lo que cualquier persona razonable hace en la gestión de sus finanzas familiares es evitar gastar, en forma permanente, más de lo que gana. Y, sobre todo, evitar comprometer gastos futuros, basado en ingresos eventuales.

Cuando uno administra recursos de terceros, y eso es lo que hace por definición un gobierno, el estándar debe ser aplicar la misma diligencia para esa gestión que la que usaría para la gestión de lo propio. Desde esa perspectiva, lo que cualquier persona razonable hace en la gestión de sus finanzas familiares es evitar gastar, en forma permanente, más de lo que gana. Y, sobre todo, evitar comprometer gastos futuros, basado en ingresos eventuales.

Pues bien, esa simple regla para las finanzas familiares, que estoy seguro la presidenta Michelle Bachelet y su ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, aplican cuando se trata de lo propio, es lo que nos proponen dejar de lado con el proyecto de Presupuesto 2018. El gobierno no solo propone gastar más de lo que estima que recaudará, incrementando con ello el creciente déficit público, sino que además en sus supuestos alegres asume que la recaudación crecerá un 7,4% real.

Por eso la propuesta de Bachelet es irresponsable. Porque, nuevamente, en base a un conjunto de afirmaciones sin sustento real, justifica como razonable para el país lo que ella no haría, supongo, con su familia.

¿Y cuáles son sus afirmaciones?

Bachelet nos dijo por cadena nacional que “nuestra economía ha comenzado a transitar por una senda de franca recuperación. Las señales son claras: lo vemos en el repunte en el empleo asalariado y de las remuneraciones de los trabajadores, en el renovado interés de los inversionistas, en el alza sostenida de la confianza de los consumidores y empresarios respecto al futuro del país y el fuerte incremento de la bolsa que hemos visto en los últimos meses”.

Por un rato me gustaría vivir en el “mundo de Michelle”, aquel en que las cosas por solo decirlas se hacen realidad. Porque la verdad es que más allá de su imaginación, y la de sus asesores, la situación del país es más compleja.

Efectivamente la economía debiera repuntar, pero eso es una probabilidad y no una certeza. Ya varios se han quemado las pestañas prometiendo brotes verdes, por lo que “gastarse el crecimiento” antes de tiempo es simplemente imprudente. Respecto al empleo, olvida decir la presidenta que el 90% del “repunte” del empleo asalariado son empleos públicos o por cuenta propia, y que el empleo asalariado privado, ese con contrato e imposiciones, ha caído durante el último año.

Respecto al crecimiento de los salarios reales, no menciona que se debe principalmente a la baja en la inflación y respecto a la confianza, realmente no se sabe de dónde saca su información la presidenta. Si bien la confianza de los consumidores ha repuntado respecto al mínimo que tuvo en 2016, está en niveles absolutos muy bajos según la encuesta IPEC. Por su parte la confianza de los empresarios no ha tenido una recuperación sostenida en ninguna de las encuestas que la mide seriamente (UDD e Icare).

Con todo, la conclusión de la presidenta es que este cuadro optimista es justificación suficiente para seguir gastando más de lo que se recauda. Sin embargo, nos dice en su discurso que vamos a “disminuir el endeudamiento de Chile”, lo que simplemente no es verdad. Su presupuesto continúa aumentando el déficit público. Y quizás en el mundo de Michelle eso se puede hacer sin mayor endeudamiento, pero en el mundo real, eso no es posible.

Pero la presidenta sí tiene razón en algo. Efectivamente las perspectivas para Chile son mejores que hace un año. Eso lo refleja bien el alza de la Bolsa. Pero equivoca la razón. No es porque “hayan hecho bien la pega”, sino que, todo lo contrario. Es principalmente porque su gobierno está terminando. Es entendible que a ella ese argumento no le guste o que ni siquiera entre en su cabeza. Pero lo que simplemente no corresponde, es que comprometa gastos hoy, por todos los frutos

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