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Ley de teletrabajo en tiempos inciertos

Eduardo Bitran Académico Facultad de Ingeniería y Ciencias Universidad Adolfo Ibáñez, Presidente Club de Innovación

Por: Eduardo Bitran | Publicado: Viernes 20 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Eduardo Bitran

Antes del coronavirus me resistía a enseñar con tecnologías de educación a distancia. Hoy no hay alternativa. La pandemia y la incertidumbre de estos tiempos nos impulsan a cambiar nuestros hábitos y la forma tradicional en que abordamos nuestras tareas cotidianas. La reciente aprobación de la “Ley de Teletrabajo” puede ser una oportunidad de generar un cambio estructural en el uso de tecnologías digitales en el trabajo con el consiguiente impacto en flexibilidad laboral, productividad y crecimiento de largo plazo.

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La mayor flexibilidad daría un impulso en Chile a la participación de la mujer en la fuerza laboral, que es una de las más bajas de la OCDE, con 49%. La sostenibilidad de las ciudades también se vería impactada con la disminución de la congestión vehicular y de la contaminación; aumentaría el tiempo disponible para la vida familiar y el esparcimiento.

No obstante, el teletrabajo también plantea desafíos. La reducción de la interacción social afecta la creatividad, la creación de capital social, el trabajo en equipo, y por ende la innovación. En este sentido, el creador de Apple, Steve Jobs señalaba, “la creatividad viene de reuniones espontáneas y discusiones no programadas”. Es por ello que los esquemas más exitosos combinan teletrabajo con trabajo presencial. Además, se modifican los esquemas de control y supervisión, orientándolos al cumplimiento de metas.

Los países líderes mundiales en teletrabajo —Dinamarca, Holanda y Estados Unidos— tienen más del 30% de la fuerza laboral en alguna de sus modalidades, mientras en Chile apenas llegamos al 3%. La nueva ley presenta una oportunidad de resolver algunos vacíos de la legislación vigente y abordar la oposición de la dirigencia sindical, que argumenta que generaría una precarización del empleo. El abordar ámbitos que no están normados aumenta la confianza en el sistema y reduce conflictos potenciales y, por ende, la percepción de precariedad del empleo, mitigando las aprensiones del mundo sindical.

Lo aprobado por el Senado establece protecciones similares al empleo presencial, requiriendo contratos formales de trabajo, clarificando aspectos no regulados en la ley vigente, tales como accidentes del trabajo y la responsabilidad del empleador de proveer las herramientas tecnológicas y la supervisión necesaria; incluso permite un período de prueba con opciones de volver a la modalidad tradicional. Esta oportunidad de desarrollar el teletrabajo debe ser acompañada con políticas públicas e inversión privada en tecnología y capital humano, especialmente en el ámbito de la PYME, que presenta déficit de adopción de tecnologías digitales.

No obstante, el principal obstáculo es de carácter cultural, estructuras organizacionales muy jerárquicas, con estilo de control y supervisión basada en la desconfianza. Chile tiene el más bajo nivel de capital social y confianza interpersonal de la OCDE, lo cual constituye un obstáculo importante. Es por ello que la experimentación forzosa del teletrabajo, impuesta por el coronavirus, podría ayudar a derribar prejuicios y barreras culturales propias de nuestra idiosincrasia latina y así avanzar más rápidamente, impactando la productividad de la economía, avanzando a un desarrollo sostenible con mejor calidad de vida en las ciudades, sustentabilidad ambiental y bienestar de las familias.

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