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Más flexibilidad para un Estado más efectivo

RAFAEL ARIZTÍA SOCIO MFO ADVISORS

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Cualquiera que haya emprendido o estudiado la historia de las empresas más exitosas y admiradas del mundo, sabe que éstas rara vez empezaron haciendo lo mismo que las catapultó al éxito. Por el contrario, la realidad es que la mayor parte de ellas aprendió y se adaptó en el camino. En realidad, hizo de todo hasta encontrar dónde realmente podían agregar valor a sus clientes y diferenciarse de sus competidores. Las razones de esto son muchas, pero dos destacan por sobre el resto: primero, nuestra capacidad para planificar y diseñar soluciones correctas en un mundo dinámico es muy limitada, y segundo, aún con un diseño perfecto, lo realmente difícil es la implementación. Por ello, el mantra del emprendimiento exitoso es probar, aprender y mejorar.

Lo curioso es que lo que es un lugar común para el mundo privado, está muy lejos de ser la forma como enfrentamos los problemas en el mundo público. Por el contrario, en el mundo de las políticas públicas el 99% del esfuerzo está puesto en la discusión política y muy poco esfuerzo va a la implementación y al aprendizaje. Nos gastamos todo el esfuerzo discutiendo leyes en el Congreso, olvidando que finalmente alguien tendrá que implementarlas y que, con seguridad, el diseño requerirá adaptaciones. Y el resultado está a la vista. La calidad de nuestras políticas públicas ha decaído, no solamente por la vorágine afiebrada de reformas de la Nueva Mayoría, sino también porque no nos hemos adaptado a los tiempos.

En un mundo que se mueve a una velocidad cada vez mayor, en que las empresas más innovadoras planean viajes turísticos al espacio, autos autónomos -cosas que parecen futuristas, pero no lo son- nos debiera surgir la pregunta: ¿no estaremos siendo un poco lentos en adecuar nuestra forma de plantear y hacer políticas públicas? ¿Cómo podemos hacer políticas más flexibles, que permitan aprender de su implementación y den espacio para mejorarlas sin tener que pasar por el proceso legislativo una y otra vez?

Las respuestas a esto no son simples, pero sin duda son de la mayor importancia para el futuro. La rigidez de nuestro sistema institucional responde a una natural necesidad de ponerle límites claros a la acción del Estado. Límites necesarios, qué duda cabe. Pero teniendo eso presente, la pregunta es cómo manteniendo los límites de acción del Estado, podemos darle las herramientas para ser más flexible, permitiendo que se adapte y reordene en forma más efectiva y ágil.

En mi opinión, parte de la respuesta pasa por darle mucho mayor flexibilidad al gobierno para administrar su organigrama. Qué razón hay para que un presidente no pueda fusionar dos ministerios, o mover la dependencia de un servicio público de un ministerio a otro, si las prioridades así lo indican y no involucra presupuesto ni nuevas funciones. La rigidez actual sólo ayuda a mantener un statu quo que beneficia la captura institucional y dificulta la gestión. ¡De qué otra manera se puede explicar que todavía exista la “Tia Rica”!

También pasa por limitar el ansia detallista de nuestros legisladores. Las políticas públicas (y los proyectos de ley que las impulsan) debieran ser más generales, más enfocadas en los objetivos y no tanto en los medios. Los excesos de detalle de nuestras leyes complotan contra su efectividad, porque no existen legisladores tan capaces como para poder prever las sutilezas de la realidad práctica.

Es un hecho que en el nivel de desarrollo en que nos encontramos, la calidad del Estado y de las políticas públicas que éste implementa, se están transformando en un freno al desarrollo y bienestar de los chilenos. El 83% de personas que según la última encuesta CEP manifiestan considerar que el país está estancado o en decadencia es una campanada de alerta al respecto. Por ello, el próximo gobierno tendrá una tarea titánica de reconstrucción de consensos y reordenamiento de prioridades en función de las preferencias de las personas. Pero como todo desafío, también se trata de una gran oportunidad para hacer la diferencia y realmente cambiar las perspectivas del país y su gente.

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