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Fernanda García

Necesitados de deber

FERNANDA GARCÍA Faro UDD

Por: Fernanda García

Publicado: Martes 23 de septiembre de 2025 a las 04:03 hrs.

Fernanda García

Fernanda García

Se ha dicho que al debate presidencial le falta sustancia. ¿Qué significa esto? Un debate es sustantivo cuando los candidatos son capaces de ir más allá del diagnóstico, la aspiración, y el eslogan. Si hoy se pide sustancia es porque ella ha faltado, pero seamos sinceros. Los programas concretos no ganan elecciones ni guían las trayectorias de los gobiernos electos. ¿Significa que debamos resignarnos a un debate insustancial?

En lo personal, creo firmemente lo contrario. El desinterés y la liquidez electoral son, a mi juicio, reflejo de un consenso social compartido que no está siendo identificado en su real complejidad. Me refiero a lo que se ha identificado como una supuesta derechización del electorado chileno como consecuencia de las crisis de seguridad, empleo y migración que afectan a Chile especialmente desde 2019 en adelante. Creo que la esencia de este fenómeno es mucho más profunda que lo que se ha sugerido. Es más que una tendencia electoral y tampoco se limita a un cambio de identidad puramente política. Es también, a pesar de lo que algunos quisieran, más sustantivo y permanente que un miedo colectivo desatado y explotado por liderazgos irresponsables. El cambio se alimenta de estos fenómenos, por cierto, y en este sentido es análogo a polarizaciones políticas en Europa y el resto de América.

“Hoy, la llamada ‘derechización’ es en realidad el resultado de la frustración y el desengaño de un electorado que ha tomado conciencia de que necesita orden y prosperidad”.

Sin embargo, lo que ocurre en Chile tiene un sello muy particular. Por décadas se fustigaron en nuestro país los valores del orden y la autoridad, el crecimiento económico y el mérito, el lucro y el emprendimiento, porque se identificó todo aquello con el régimen dictatorial que algunos aborrecían. En los hechos, sin embargo, el modelo se adoptó, potenció, y en democracia, se consagró. Pero mientras los chilenos construían sus vidas en ese esquema ganador, no hubo liderazgos mayoritarios que fuesen capaces de entregarles un relato que les permitiese conciliar una identidad coherente que legitimara mercado junto a democracia y DDHH.

Naturalmente, la izquierda radical capitalizó la ausencia narrativa y el dilema de la identidad nacional escindida entre 2019 y 2022. Hoy, la llamada “derechización” es en realidad el resultado de la frustración y el desengaño de un electorado que ha tomado conciencia de que necesita orden y prosperidad. Su votación, hoy y en el futuro, podrá alternarse entre fuerzas distintas, de izquierdas y derechas, pero a más de 50 años del golpe, los chilenos parecen tener claro que quien no prometa orden, crecimiento y trabajo, está fuera de competencia.

En este escenario, la sustancia en el debate electoral no viene de la cifra, sino de explicitar lo que significan estas convicciones en el electorado. No solo orden, empleo o crecimiento. Eso lo dirán todos. ¿Cree usted que millones de chilenos deban pagar las deudas impagas de otros, y la seguridad social de empleados públicos con licencias falsas? ¿Cree usted que quienes protestan o destrozan escuelas tienen más derechos que quienes corrigen a sus hijos en casa y les enseñan a respetar la autoridad? ¿Se da cuenta usted que dependiendo del color político del Presidente algunos llaman a la asonada golpe de Estado o revolución popular? ¿Se da cuenta que las reformas al trabajo han traído desempleo? ¿Se da cuenta que respetamos al Presidente aunque pensemos distinto de él y que esperamos que él haga lo mismo cuando deje de serlo?

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