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Niños y jóvenes: el desafío de la educación financiera

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Carolina Sorensen

Hay cifras que llaman a reflexionar. Menos del 40% de las personas que toman un crédito conocen la tasa de interés del producto contratado. Estos son los resultados de encuestas del Banco Central presentadas por el vicepresidente del instituto emisor, Enrique Marshall, en una conferencia sobre educación financiera en Chile en un evento de la Fundación Coopeuch. Indicadores de alfabetización financiera del Banco Mundial confirman esta situación al situar a Chile por debajo de economías emergentes como Rusia o Rumania.

De estos datos se concluye que hoy tenemos que desarrollar conductas que favorezcan la adopción de buenas prácticas financieras. En Chile las carencias en materia de educación financiera cruzan a toda la sociedad. Esta falencia aumenta en los segmentos de menor educación formal e ingresos más bajos.

Esta es una realidad que se debe enfrentar y con un gran foco: niños y jóvenes. Ellos desde una temprana edad conocen los productos financieros, por lo que resulta trascendental inculcarles conceptos como la importancia del ahorro, el valor del dinero y el significado de tener prioridades al momento de consumir. La primera responsabilidad es de los padres. Pero sabemos que ellos, los niños y jóvenes, pasan gran parte del día en el colegio o en la universidad. Por ello, es relevante generar nuevos espacios que promuevan la formación de los consumidores del mañana. 
Es aquí donde la tecnología juega un rol fundamental. Hoy el 41% de los hogares chilenos tiene acceso a Internet fijo y más de 6 millones de personas a conexiones de internet móvil. Son los menores de 25 años quienes mayormente usan estas técnicas modernas. Se sienten cómodos con la tecnología y por eso son denominados “nativos digitales”, es decir, nacieron en una cultura dinámica, que cambia todos los días, que se mueve rápido y donde todo está conectado. 
Esta es una oportunidad y un desafío para las instituciones financieras. Una oportunidad de generar espacios para enseñar a usar de buena manera sus productos y, finalmente, generar inclusión financiera para mejorar la calidad de vida de las personas. Y un desafío porque todos estos esfuerzos implican poner a la educación como motor de desarrollo -principio que inspira al sector cooperativo- lo que conlleva implementar programas y proyectos permanentes en el tiempo. La Fundación Coopeuch ya se comprometió con este desafío, desarrollando herramientas para niños y jóvenes para que sean consumidores responsables en el futuro.

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