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Nuevas oportunidades de la industria rusa para Chile y Latinoamérica

Serguei Chemezov

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Serguei Chemezov

La colaboración mutua entre Chile y Rusia en distintas esferas -desde el área de la defensa hasta altas tecnologías de uso civil-, si bien aún se mantiene en un nivel incipiente, está generando alto interés para la industria rusa, dentro de un contexto comercial que nos llama a diversificar nuestra cooperación internacional y que nos hace mirar a Latinoamérica como uno de los mercados con mejores perspectivas.

Rusia ya se ha convertido en socio sólido de varios países de la región, no obstante con Chile los niveles de intercambio bordean recién los US$ 800 millones. Sin embargo, las mismas cifras evidencian un panorama auspicioso: entre los 25 países a los que Chile realizó más exportaciones a noviembre de 2014, Rusia fue el destino que más aumentó, con más de un 21%, lo que desde ya muestra un fortalecimiento en los crecientes vínculos comerciales entre ambos países y es una señal de confianza que, como Rostec -la mayor corporación industrial estatal de Rusia-, observamos positivamente.

Instancias como la Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE) en 2014 o las diversas misiones de negocios de las Comisión Intergubernamental entre Rusia y Chile, son espacios que ya nos han permitido comenzar a desarrollar estos vínculos, que -por nuestra parte- presentan oportunidades en tecnologías clave de la esfera de la aviación, la metalurgia, la óptica, los equipos médicos y la radioelectrónica. Y lo mismo sucede con eventos recientes como el Dakar, que brindan una interesante vitrina para presentar in situ las bondades que la alta tecnología rusa puede entregar al desarrollo de industrias como la minería, la construcción, la logística o el transporte, por ejemplo, a través de una máquina de alto rendimiento en situaciones extremas.

En este sentido es que nuestros planes ya consideran, dentro del mediano plazo, poder acercar la producción de camiones a la misma región, a través de una planta de ensamblaje que -pese a estar emplazada en Argentina, como dictan las proyecciones iniciales- serviría para abastecer a toda la región de un vehículo que dejó el Conosur a fines de los años 90, cuando -en pleno periodo de reestructuración y modernización de la industria rusa- se decidió concentrar los esfuerzos en el mercado interno.

Hoy confiamos en que es tiempo de elevar el nivel y calidad de la colaboración con Chile. Las posibilidades son múltiples y, siendo Rostec el principal actor de la industria rusa, estamos dispuestos a concretar las oportunidades que nos permitan afianzar las relaciones con el país y toda región. Ahora está en manos de ambas partes comenzar a avanzar hacia el establecimiento de nuestras naciones como mutuos socios clave.

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