Padre Hugo Tagle

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El amor es comprensivo, seguro, transparente. Sabe decir “sí o no” sin tapujos

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 14 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Padre Hugo Tagle

Hoy se celebra el día de San Valentín. Este santo era un obispo que, contra las ordenanzas del entonces imperio romano, bendijo, a escondidas, a las parejas que querían casarse por la Iglesia, a pesar de que eso le podía costar la vida. Contraviniendo esa injusta prohibición, bendijo miles de matrimonios en secreto, dando testimonio de que el amor “es más fuerte”; que, cuando es genuino y honesto, puede superar cualquier dificultad, por grande que sea.



Pero me equivoco en una cosa: el verdadero amor sólo puede ser honesto. Si no, no lo es. La mentira, el engaño, las dobles intenciones, las propuestas a medias, las promesas melifluas, confusas y merengues, no tienen nada que ver con el amor. El amor es comprensivo, seguro, transparente. Sabe decir “sí o no” sin tapujos ni vaguedades.

Aunque suene relamido decirlo, el verdadero amor sabe comprometerse. Y éste es uno de los puntos complejos en el panorama amoroso actual. El compromiso, apostar con y para el otro, arriesgando y entregándose, sin letras chicas ni ambigüedades, cuesta. De las cosas que me llama la atención en muchos pololeos es su falta de consistencia, de seguridad, de certezas. Muchos -quizá demasiados- se extienden en una tortuosa relación cargada de dimes y diretes, de altos y bajos, que no conduce a nada. Los desgasta, los desilusiona, los enferma. Jibariza su capacidad de amar. Lamento por ellos mismos que no arriesguen a darse un “sí” definitivo. La baja en la cifra de matrimonios nos debe preocupar a todos. Entre otras lecturas, habla de falta de responsabilidad por el otro, de compromiso, de entrega y generosidad. El matrimonio definitivo es lo mejor que se ha inventado: obliga a las partes a decir “sí” (o no) al otro, clara y definitivamente. Ello libera y regala seguridad. No es una oposición sin sentido sino que le da, justamente sentido a esa relación. El amor potencia lo mejor de nosotros mismos. Donde hay dos, finalmente aparecen tres.

Pero a muchos los complican las renuncias y sacrificios. Sin una disposición a dar todo por el otro y el plan común, difícilmente se podrá amar de verdad. Se aprecia más el amor cuando se sabe y experimente su lado doloroso, complejo. Es ahí cuando éste crece y madura: cuando se cae en la cuenta que el otro es compañero incondicional y no simple ave de paso por nuestra vida.

En realidad, son de la esencia del amor los momentos amargos. Quien no haya sabido asumir el dolor en toda relación de pareja, no conoce qué es amar ni la verdadera vida. Allí se fortalece, madura y se perfecciona.

El día de San Valentín pertenece a todos quienes se saben amados y enamorados. Si el amor, honesto y firme, crece entre nosotros, tendremos gente más feliz. El amor es la energía que mueve el mundo. Y si usted ama de verdad, cambiará no sólo la vida del otro, sino la suya.

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