Padre Hugo Tagle

¡Contento, Señor, Contento!

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 26 de octubre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Padre Hugo Tagle

El pasado viernes 23 se cumplieron 10 años de la canonización del Padre Alberto Hurtado, sj. Junto a la monja carmelita Teresita de los Andes, son parte del legado y pilar espiritual de nuestra patria. Ambos, cada uno desde su carisma, regalaron su vida a la patria para hacer de ella un lugar más digno, fraterno y justo. Nos recordaron que, sin el Dios de la vida, sin una fe que se hace concreta, la existencia no tiene sentido; la patria pierde consistencia y terminamos separándonos unos de otros.

“¿Qué haría Cristo en mi lugar?”, es una de las clásicas preguntas del Padre Hurtado. “Ante cada problema, ante los problemas políticos de nuestro tiempo, ante los pobres, ante sus dolores y miserias, ante la defección de colaboradores, ante la escasez de operarios, ante la insuficiencia de nuestras obras ¿Qué haría Cristo si estuviera en mi lugar?”. Y la respuesta no se hace esperar: “Dar hasta que duela”, entregarse por entero al bien de los hombres, por una sociedad más justa, fraterna, unida. “Mi ideal es ser otro Cristo, obrar como Él, dar a cada problema su resolución”, nos dijo. “La vida nos ha sido dada para buscar a Dios. La muerte para encontrarlo. La eternidad para poseerlo”. Quien no vive para servir, no sirve para vivir.

Solo tenemos esta vida para compartirla. El Padre Hurtado, quien murió joven, le sacó muchísimo partido gracias a su raigambre en Dios. “Que mi vida cristiana esté llena de celo apostólico, del deseo de ayudar a los demás, de dar más alegría, de hacer más feliz este mundo”.

Su gran amor a Dios le permitió contemplar y condenar severamente las injusticias sociales, muchas aún existentes en Chile y el mundo. “Una sociedad que no respeta al débil contra el fuerte; al trabajador contra el especulador; que no permite al hombre corriente una vida moral, tal sociedad está en pecado mortal”, dijo severamente. Nos conviene a todos una sociedad más justa. “Bajo los harapos de pobre y bajo esa capa de suciedad que los desfigura por completo, se esconden cuerpos que pueden llegar a ser robustos y se esconden almas tan hermosas como el diamante”. “Hay dos mundos demasiado distantes: el de los que sufren y el de los que gozan, y deber nuestro es recordar que somos hermanos y que en toda verdadera familia la paz y los sufrimientos son comunes. Enorme es el escándalo de quienes ven gozar un sector de la sociedad de todas las delicias de la vida, mientras ellos carecen de todo. Es horrible el contraste entre quienes nadan en la abundancia y quienes se ahogan en la desesperación de la indigencia”.

Hay mucho por hacer. “¡Contento, Señor, Contento!” repetía constantemente. Quien trabaja con Dios al lado rinde más, es más feliz, lleva vida en plenitud a otros.

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