El Chile que queremos
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Padre Hugo Tagle
La profanación de la Iglesia de la Gratitud Nacional y la destrucción de un Cristo nos deben llevar a reflexionar sobre el Chile que estamos construyendo. Una espiral de violencia que sabemos cómo comienza pero no cómo termina. El arzobispo de Santiago, Monseñor Ezzati, invitó a reflexionar sobre "las causas más profundas de este desencanto y de este clima de violencia". No se trata de más "mano dura". Tenemos que saber escuchar y discernir qué hay detrás de esa violencia y solucionarla de raíz.
En Chile subsiste una seria injusticia social, que no debería existir y está en la base de ese descontento. "Hagamos el esfuerzo de volver a dialogar sobre nuestra vida en comunidad", nos dice el arzobispo.
+Estos encapuchados y sus secuaces quieren una "batalla campal", mártires, muertos, más presos. No les demos en el gusto.
El desafío es escuchar, integrar, ceder en algunas de las legítimas aspiraciones y encontrarnos en lo que nos es común. En un espíritu de solidaridad y búsqueda del bien común, las injusticias que aún se enseñorean en nuestra patria podrán ser gradualmente superadas. Y esto vale también para el movimiento estudiantil.
El arzobispo pregunta legítimamente si será posible que sus aspiraciones "se concreten cada vez más en acciones de diálogo, que faciliten mayormente un camino de progreso".
Los padres de familia deben preguntarse: "¿Qué visión de familia estamos formando en nuestros hijos? ¿Acaso el individualismo imperante no debería dar paso –desde la formación en el seno familiar- a una mayor valoración de la vida comunitaria, que no solo produzca el bien propio, sino que también y principalmente el de todos, como grupo familiar y por desborde como sociedad?".
Buena pregunta, más aún cuando la mayoría de los encapuchados son jóvenes, tienen padre, madre, hermanos ¿Dónde están? ¿De qué conversan en sus casas? Los padres deben recobrar la gran misión de "educar a los hijos poniendo de relieve el significado de la persona humana, que se realiza plenamente en el don de darse a los demás". "Matemos el odio antes que el odio mate el alma de Chile".
Nuestra alma es pacífica, y tiene vocación de entendimiento más que de enfrentamiento, como nos recordó Juan Pablo II en su visita a Chile, en medio de manifestaciones violentas en el parque O'Higgins. Oremos al Señor pidiendo la paz. A Chile le falta mucho de ese Cristo que acompaña, anima, regala sabiduría.
El mismo que destruyeron en la Gratitud Nacional. Construyamos una sociedad más justa, solidaria, respetuosa y pacífica. Todos ganamos.