Padre Hugo Tagle

El sueldo justo

Se comprenden los temores de las autoridades por una subida excesiva...

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 9 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
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Se comprenden los temores de las autoridades por una subida excesiva del sueldo mínimo: potencial desempleo y expectativa inflacionaria. Quizá esto último sea lo peor. Pierden los más pobres. Lo subido, se haría agua en pocos meses. En fin, que se llegue a un pronto acuerdo y luego, que se fije escalonadamente cada cierto tiempo, como en otros países.



Pero la aspiración de un empleador debería ser no a pagar un mínimo, sino aspirar a un sueldo justo, el máximo posible. Felicito a quienes han sabido ganarse a sus trabajadores pagando lo más posible, siendo creativos para retenerlos como empleados. Antes que pagar un mal sueldo, mejor no contratar. No se trata de disfrazar cualquier labor como “trabajo” siendo que su retribución no justifica la labor desarrollada. Sincerémonos y creemos trabajo decente, con sueldos dignos.

El trabajo no es un gasto, un insumo más; es parte esencial de todo progreso. El día que se considere al trabajador como un socio, haciéndolo parte integrante y no extraño en la empresa, ese día se acaban las injusticias en este campo ¡Qué mejor que tener a los empleados contentos! He escuchado de algunos trabajadores y obreros hablar maravillas de sus empleadores. Da gusto. Y no se trata de grandes diferencias, pero las suficientes en trato, condiciones y, obviamente, sueldo. Muchas veces se trata de cifras algo mejores que las del vecino. Pero va más allá. Se trata de hacerlos sentir parte de lo que producen.

En dos palabras, en algunos empleadores se nota un esfuerzo constante por hacer sentir al empleado como parte de la empresa y en otros no.

Al revés ¡Qué triste la vida de algunos empleadores que lisa y llanamente son casi despreciados por su gente! Dice Juan Pablo II en Laborem exercens: “La remuneración del trabajo debe ser tal que permita al trabajador y su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno. Así como las condiciones de la empresa y el bien común. El simple acuerdo entre el trabajador y el patrono acerca de la remuneración, no basta para calificar de justa la remuneración acordada: la justicia natural es anterior y superior a la libertad de contrato”.

Comencemos por casa. Cada uno en lo suyo, busque la forma de compensar bien a sus empleados. Todos tenemos a alguien que depende de nosotros. Desde la nana en la casa, el jardinero, hasta el guardia del condominio. Comencemos por respetar horarios de trabajo, imposiciones y acuerdos de regalías. Ya es algo.

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