Padre Hugo Tagle

Hora de otro Chile

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 21 de octubre de 2019 a las 07:36 hrs.
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Un fin de semana del terror. Y continuará siéndolo para muchos chilenos, por la gran destrucción en el Metro de Santiago. Un ejemplo de transporte, en llamas. Y supermercados, farmacias. Sí, desolador. Como dijeron los obispos, "junto con condenar decididamente la violencia que se ha dado en la capital con agresiones a personas, destrucción de bienes, saqueos y la privación a cientos de miles de compatriotas de un servicio que es la base del funcionamiento de la ciudad", debemos, al mismo tiempo, "hacernos cargo de entender las raíces de esa violencia y trabajar con urgencia para prevenirla y resolver pacíficamente los conflictos".

Es hora de pasar "de la preocupación a la acción y a la creación de escenarios que nos permitan entender los cambios experimentados". Es hora de mirar con verdad, a rostro descubierto, nuestras riquezas y éxitos, conflictos y fracasos.

Hay que abrir espacios de diálogo para soluciones concretas, hoy. Que la clase política "haga su pega" y no apuntar con el dedo a los otros. Esperamos todos una condena transversal de la violencia. Sin ambages. Quien la justifica, pierde toda autoridad moral.

La gente debe saberse más escuchada y dignificada. La no consideración, lleva al desinterés, frustración y violencia. A los políticos, no es hora de darse gustitos personales, sacar dividendos mezquinos para cuando vuelva la "normalidad" y sigan en sus trincheras. Hoy se necesita diálogo para dar respuestas aquí y ahora al descontento ciudadano.

Vivíamos en una olla de presión que finalmente supieron leer y aprovechar bien los sectores más radicalizados. Es minoría, lo sabemos. Pero frente a una mayoría cansada de abusos. Nos hicimos los lesos. Los famosos $30 del Metro fueron sólo la chispa que encendió la mecha.

Hay que decirlo fuerte y claro: los ricos debemos ceder en privilegios, para que los pobres sean menos pobres. Urge una mejor redistribución de la riqueza. Es hora de sentar nuevas bases sociales para que la vida, simplemente la vida, le sea más llevadera a esa gran mayoría de chilenos, gente trabajadora, que se levanta a las 6 o 5 de la mañana. Locomoción, salud, pensiones, seguridad, educación. El bienestar de un país no se mide a partir de quienes están más arriba, sino de quienes están más abajo.

Cito aquí a Andrónico Luksic en su breve comunicado por Twitter: "¡Muchos compatriotas ya no pueden esperar! Y los que podemos tendremos que ayudar a pagar la cuenta". De eso se trata. Al final, esto pasa por, como dijo el Papa Francisco, "una conversión desde el bolsillo" y estar dispuesto a sacrificios que, por lo demás –entendámoslo de una vez– redundan en beneficio de todos.

Una sociedad más justa es una sociedad más feliz, segura, en paz, próspera. Si crecemos, crecemos todos. Chile es mayoritariamente cristiano. Que se note. Que el buen Dios nos ayude a abrir nuestra inteligencia y dialogar. Y que ese diálogo se transforme en soluciones efectivas para el Chile que construimos todos; que queremos y merecemos.

 

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