Padre Hugo Tagle

Lecciones de Max

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 26 de enero de 2015 a las 05:00 hrs.
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El martes pasado, pude celebrar la misa de acción de gracias por la recuperación milagrosa de Max González del Riego, un niño de un año y cinco meses de edad que llegó a la Clínica Alemana sin muchas expectativas de vida. Max estuvo durante 18 minutos con paro cardiorrespiratorio e incluso tuvo un infarto cerebral secundario a la hipoxia que sufrió. A pesar del mal pronóstico, se recuperó y fue dado de alta sin ninguna secuela. "Por la evidencia médica que tenemos, no esperábamos este resultado. Podría calificarse de milagroso", dijo el médico jefe de la UCI Pediátrica de la clínica, Jorge Roque, quien atendió al menor. Es "insólito y fuera de todo pronóstico", fue lo que yo escuché varias veces antes y luego de la misa.
El accidente ocurrió el 8 de enero, cuando la "nana" de la familia encontró a Max inconsciente en la piscina. Junto a sus vecinos, lo llevó a una urgencia, donde pudieron reanimarlo para trasladarlo a Santiago, con altas probabilidades de muerte ¿La explicación de su recuperación? "la fuerte y solidaria cadena de oración", como me dijeron los padres y parientes. En efecto, la oración "mueve montañas".
La verdad, cada uno de nosotros podría contar más de un "milagro" que se debe al poder de la oración. Si bien Dios lo sabe todo, le gusta que pidamos. "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo", dice el Señor. Pedir con insistencia, es una de las recomendaciones que hace Jesús mismo en varias de sus parábolas. La viuda ante el juez, el pariente que llega a medianoche, etc. Los evangelios están salpicados de sugerencias a pedir sin descanso. A Dios le gusta que seamos majaderos y nos volvamos a Él con insistencia. Como un hijo ante su padre, quien sabe lo que necesita, pero le gusta escucharlo de él.
"La recuperación de Max no se condice con ninguna explicación científica ni médica", dijo el padre, Alejandro González del Riego. La madre, María Ignacia Jarpa, agradeció a "mi hermana que se murió, porque yo creo que fue ella quien intercedió".
La Iglesia se entiende como familia. El dolor de uno es dolor de todos y las alegrías propias son las de los demás.
Al final de la misa, el mismo padre de Max y uno de los parientes agradecieron a todos. Y subrayaron algo que no debemos olvidar: Todos tenemos una misión en la vida. Si estamos acá; si Dios nos regala una segunda o tercera oportunidad, es por algo. Cada vida es un regalo que hay que agradecer todos los días y que debemos aprovechar bien y haciendo el bien.
Que esta lección estival nos acompañe como buena reflexión, para agradecer a Dios todos los días las posibilidades que nos regala.

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