Padre Hugo Tagle

¿Quieres ser feliz?

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
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Hace unos días atrás se le preguntó al Papa Francisco por consejos para la felicidad. Se arriesgó y compartió algunos puntos. El primero: “vive y deja vivir”. Se trata de ser consciente de la vida como regalo, y dejar vivir: hacer posible la vida en el otro. E íntimamente ligado a lo anterior: “Darse a los demás, la mejor forma de combatir el egoísmo”. Fuimos creados para amar y solo en la medida en que nos damos, en que somos solidarios –agosto, mes de la solidaridad-, somos más humanos, más felices. Por lo mismo, no dejar de brindarse a los demás pues “si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta” y “el agua estancada se pudre”.

Citando al poeta y novelista Güiraldes, apunta que debemos ser de alma “remansada”. Esa capacidad de moverse con benevolencia y humildad, “el remanso de la vida”. “Moverse remansadamente y con humildad”. “No sea apresurado ni atropelle al resto”, subraya.

Jugar. “Juegue con los niños”, nos dice. Vea cómo juegan y se divierten. Tener alma de niños. Cultivar una “sana cultura del ocio”, disfrutar de leer, el arte y los juegos al aire libre. El Papa aprovecha aquí a hacer un reproche a los padres: Sabe que es difícil. “Los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando sus hijos duermen, pero hay que hacerlo”, recomienda. Invita a “compartir los domingos con la familia”. Pareciera que las ciudades no descansan. “El domingo es para la familia”, afirmó.

El Papa piensa en los jóvenes. “Ayude a que los jóvenes consigan empleo”, dice. “Aquí hay que ser creativos. Si faltan oportunidades, caen en vicios”. Y yo agregaría en la desidia, desesperación. “La dignidad te la da el llevar el pan a casa”.

Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco ha insistido en la necesidad de “custodiar la naturaleza”. Recordó que la “ecología humana”, está estrechamente relacionada con la ecología medioambiental. “Estamos viviendo un momento de crisis. Lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo en el ser humano”, pues mientras unos pasan hambre, otros derrochan y destruyen los recursos naturales. Junto a las necesarias medidas globales, hay una “ecología doméstica” a la que todos debemos contribuir.

Invita a “no ser rencorosos y olvidar lo negativo”; a “respetar al que piensa distinto”; a cultivar la tolerancia. Inquietemos al otro “desde el testimonio”. Por último, “buscar activamente la paz”. “Todos tienen que estar comprometidos con la paz, hacer todo lo que uno puede, lo que puedo hacer yo desde acá. La paz es el lenguaje que hay que hablar”. Y la paz comienza aquí, al lado, ahora, hoy mismo.

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