Padre Hugo Tagle

Tras las elecciones

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 18 de noviembre de 2013 a las 05:00 hrs.
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Cualquiera haya sido el resultado de las elecciones de ayer los desafíos para las autoridades electas, son los mismos.

La democracia es el mejor sistema, el más humano, el que más dignifica a la persona. Lo experimentamos en cada proceso eleccionario. Urge reforzar la conciencia democrática, de respeto e integración del otro. Nadie sobra en Chile. Los que se sienten marginados deben ser más incluidos, buscar formas de que se sienten a la mesa, para construir así un país más integrado, en paz.

Según la ley el voto es voluntario, pero es un deber moral ejercer este derecho. Ojalá hayan sido muchos más los que votaron, sobre todo jóvenes.

Tuvimos una lluvia de propuestas. De todas ellas, en mayor o menor medida, se puede sacar algo positivo. No hay que tirarlas al tacho de la basura, sino sacarles el mayor provecho posible. Representan a algún sector social, que debe ser valorado.

Quedan tareas pendientes. Sigue siendo necesario fijar la atención en la construcción de una paz social que sea obra de la justicia. Lo dijeron los obispos en su carta con motivo de las elecciones: “La sociedad chilena sigue herida por vergonzosas brechas que excluyen a miles de compatriotas de las condiciones necesarias para su desarrollo integral. La precariedad no solo afecta a los sectores más pobres y vulnerables, sino también a la clase media. Nos referimos, entre otras realidades, al acceso a una vivienda digna; a un sistema de salud pública eficiente; a la situación de profesionales y técnicos que no logran un empleo digno después de años de sacrificios como estudiantes; a la situación de los jubilados y adultos mayores”. En resumen, “favorecer la igualdad de oportunidades para no perpetuar la desigualdad y generar un clima de perturbación social”.

Otro aspecto a considerar es el de la defensa incondicional de la vida, desde su concepción hasta su fin natural. “Atentar contra la vida en gestación o en su fase terminal, así como el atropello contra los derechos humanos, jamás podrá tener como efecto un beneficio”, dicen los obispos.

Una democracia sólida exige una opción decidida por la familia, comunidad de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer. Para los creyentes hay en la naturaleza humana un designio de Dios que no puede eludirse. La familia es la célula básica de la sociedad. Esto no es impedimento para que se asuman otras realidades familiares que están lejos de este ideal, que también necesitan ser iluminadas y, sobre todo, acompañadas en la caridad y en la verdad.

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