Como le ocurre a la mayoría de los trabajadores que conozco, paso demasiadas horas del día pensando en dormir, o sea en mi falta de sueño. Mi preocupación ha sido intensa este mes, principalmente porque tomé tres vuelos de más de 18 horas en 12 días, lo cual resultó en desfase horario.
Casualmente, y por desgracia, esto ocurrió en medio de un pequeño brote de noticias sobre personas exitosas que se someten deliberadamente a rutinas extremas de sueño. Primero fue Arthur Brooks, el profesor y autor de Harvard que en su día dirigió el Instituto Estadounidense de la Empresa. Ahora él imparte un curso muy popular sobre la ciencia de la felicidad en la Escuela de Negocios de Harvard. “Me levanto todos los días a las 4:30”, escribió en la revista The Atlantic este mes.
“¡4:30! ¡AM!”, pensé al leer que Brooks empieza a hacer ejercicio a las 4:45 antes de ir a misa a las 6:30. A esto le sigue un café y un desayuno rico en proteínas, lo que le permite llegar a su escritorio sobre las 7:30, que es cuando suena mi alarma.
En Los Ángeles, se está llevando a cabo una actividad igual de desalentadora antes del amanecer en el hogar de otra triunfadora, Bozoma Saint John. Esta experta en marketing ha ocupado puestos importantes en Apple Music, Uber y Netflix. “A lo largo de mi carrera, siempre me he despertado a las 5:30 de la mañana para rezar, meditar o leer”, afirmó en una entrevista en Business Insider.
A las 7 de la mañana se dirige al gimnasio, donde corre hasta un kilómetro y medio antes de levantar pesas, después de lo cual está lista para trabajar.
Sus historias alimentan la tediosa idea de que el éxito profesional requiere niveles sobrehumanos de disciplina para madrugar, mientras que dormir es para perezosos. Solo el 3% de los estadounidenses mayores de 13 años afirman levantarse entre las 4 y las 4:30 de la mañana entre semana, según descubrió la firma Edison Research este año. Dado que las franjas horarias más populares para programar la alarma son de 6:00 a 6:30 y de 7:00 a 7:30, un simple cálculo sugiere que hay muchas personas exitosas que rara vez ven el amanecer.
Cuando la pandemia azotó en 2020, la gente de todo el mundo empezó a despertarse más tarde y a quedarse en la cama más tiempo. Es posible que esta tendencia se haya mantenido. El 66% de los adultos estadounidenses se despertaba a las 7:00 en 2015, pero a principios de 2025, esa cifra se había reducido a 58%, según Edison.
No conozco a casi nadie que admita que suele dormir hasta las 9:00 entre semana. Sin embargo, cuando se trata de programar una llamada en línea con un contacto del trabajo, no recuerdo ni una sola vez en el último año que alguien haya sugerido empezar antes de las 9 am. Por el contrario, me ha sorprendido la frecuencia con la que la gente sugiere empezar a las 10 de la mañana o más tarde.
Esto me lleva a sospechar que muchos dormimos mucho más tarde de lo que nos gusta admitir. Espero que la vergüenza desaparezca pronto. Los científicos siguen confirmando los peligros de la falta de sueño. La OMS afirma que el trabajo nocturno es “probablemente cancerígeno”. Han pasado casi 20 años desde que un académico alemán acuñó el término “desfase horario social” para describir cómo el trabajo y los estudios nos obligan a levantarnos antes de lo que nuestro cuerpo lo desearía. Dejemos que los Tim Cook y los Bob Iger del mundo se atengan a sus horarios rigurosos. El resto deberíamos quedarnos en cama todo el tiempo que podamos.