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Rescates en una economía de mercado

Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, Exvicepresidente del Banco Central

Por: Enrique Marshall | Publicado: Miércoles 12 de abril de 2023 a las 04:00 hrs.
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Enrique Marshall

El rescate financiero de empresas genera habitualmente debates y controversias, que se reactivan cuando se enfrentan episodios críticos. En lo más reciente, el tema se ha reinstalado con motivo de la crisis de las Isapres y de algunos bancos en países desarrollados.

En una economía de mercado, se supone que cada cual toma riesgos en búsqueda de oportunidades. De ellas pueden generarse ganancias o pérdidas que deben ser asumidas como propias por los directamente involucrados. En ese marco, los apoyos estatales no son fáciles de justificar.

“El rescate de una empresa debe ser distinguido del salvataje de sus accionistas. A veces, la decisión de mantener en funcionamiento una firma, una vez removidos sus propietarios, puede ser la mejor opción”.

Sin embargo, la experiencia enseña que la realidad no se presenta tan en “blanco y negro”, y que el tratamiento de los rescates requiere de matices. Quisiera elaborar brevemente en torno de ello.

Primero, cuando se habla de apoyo estatal es clave identificar a qué grupos o sectores se busca beneficiar. Ayudar a los afiliados de una Isapre no es lo mismo que hacerlo con sus accionistas. Tampoco es idéntico ayudar a los pequeños depositantes de un banco en falencia que hacerlo con sus acreedores institucionales o propietarios.

Segundo, existe bastante coincidencia en que las personas naturales de menores ingresos o bajo patrimonio, con restricciones de acceso a la información y bajos niveles de educación financiera, deben ser apoyadas en episodios críticos. Este principio de orden social permite justificar, por ejemplo, la existencia de un seguro de depósitos bancarios con un cierto tope máximo.

Tercero, el rescate de una empresa debe ser distinguido del salvataje de sus accionistas. En ciertas circunstancias, la decisión de mantener en funcionamiento una firma, una vez removidos sus propietarios, puede ser la mejor opción a la mano.

Por cierto, si se decide mantener a flote una empresa, se debe verificar previamente que sea viable en el largo plazo. Es lo que se hizo en 1983, cuando se rescató a los dos principales bancos que operaban en el país.

En esa línea, consideración especial merecen los “rescates” privados o de mercado. Estos se producen, por ejemplo, cuando un banco sólido absorbe a otro en problemas. Estas operaciones, si bien suelen ir acompañados de facilidades regulatorias o tributarias, tienen la ventaja de comprometer recursos fiscales más bien bajos o incluso nulos.

Finalmente, el balance de costos y beneficios puede llevar en ciertas circunstancias al rescate de una empresa sin remover necesariamente a sus propietarios. Es una decisión compleja que no puede ser descartada a priori, sobre todo cuando se desencadena una crisis sistémica o de envergadura. Apoyos de este tipo se brindaron en la crisis bancaria de 1983 y fueron acertados.

En suma, frente a una crisis, las opciones de política deben ser evaluadas e implementadas con un enfoque pragmático alejado de dogmatismos y, sobre todo, con mucha transparencia frente a la ciudadanía.

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