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Símbolos que nos unan

SERGIO LEHMANN Economista jefe del Banco Bci

Por: SERGIO LEHMANN | Publicado: Lunes 6 de junio de 2022 a las 04:00 hrs.
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SERGIO LEHMANN

El estallido social dejó en evidencia los principales desafíos sociales que habíamos postergado o que simplemente no aparecían dentro de las prioridades de las autoridades políticas.

Además, hizo ver una sociedad resquebrajada, polarizada, reconociendo frustraciones y resentimiento en algunos grupos que los llevan a actuar, incluso hasta hoy, con inusitada violencia.

En ese contexto, una nueva Constitución surgió como la oportunidad para configurar un marco, más allá de nuestros emblemas, que pudiese unir a un Chile multicultural y diverso. Los convencionales electos hace un año tenían esa tremenda responsabilidad, pero ad portas de que termine su cometido, podemos concluir que sólo algunos ciudadanos se sienten interpretados por el resultado. Se plantea que durante el debate del proceso constituyente y en la propuesta de texto predominaron visiones que sólo representan a una fracción de la sociedad, que producto de mayorías circunstanciales impuso definiciones maximalistas y refundacionales en algunos ámbitos claves.

“La propuesta constitucional no va a ser el marco o símbolo de unión que algunos esperaban para el país, sino que conlleva un riesgo relevante de mayor polarización y potenciales conflictos judiciales de difícil resolución”.

Tal como se ve actualmente en las encuestas, la propuesta constitucional no va a ser el marco o símbolo de unión que algunos esperaban para el país, sino que conlleva un riesgo relevante: contribuiría a una mayor polarización o desencadenaría potenciales conflictos judiciales de difícil resolución. Con miras hacia el futuro, para que Chile avance hacia el desarrollo con paso seguro, es necesario contar con símbolos de cohesión que permitan disminuir incertidumbres y otorgar certezas. ¿Cuál podría ser ese símbolo potente que nos una?

Frente a esa pregunta, desde el punto de vista del marco jurídico que nos va a regir, tenemos sólo dos alternativas. En caso de que en el plebiscito de salida gane la opción Apruebo, será recomendable hacer ajustes que reduzcan la incertidumbre jurídica que introduce el actual texto de propuesta constitucional. En particular, es fundamental despejar dudas en materia de derechos de propiedad; asimetría judicial según origen de la persona sujeta a juicio; rol de los privados en seguridad social y salud; rigidez extrema en el mercado laboral que va a elevar significativamente los conflictos; potenciales diferencias en la administración de recursos naturales, así como áreas grises en materia educacional, entre otros ámbitos.

De no hacerlo, además de perder la oportunidad de encontrarnos a través de un texto que nos una, la conflictividad a la que conduce la propuesta actual determinaría un impacto en el crecimiento de largo plazo de la economía, con efectos de primer orden en el bienestar social, a pesar de los mayores derechos que se busca consagrar. Por cierto, esto hace necesario que no se establezcan cerrojos interesados, que evitarían avanzar hacia una propuesta que convoque a un abanico más amplio de la sociedad.

En el caso de un rechazo en el plebiscito, de todas formas se hace necesario trabajar juntos, de manera inclusiva y transversal, en un nuevo texto que logre efectivamente representar las aspiraciones de los chilenos y fortalecer nuestra capacidad de desarrollo. Esto implicaría abrir un proceso, independiente del camino que se adopte, que construya propuestas sobre la base de consensos y miradas expertas, que apunten a la igualdad de oportunidades, calidad educacional, mayor productividad y bienestar para Chile. Esto implica, además, despejar incertidumbres y entregar certezas para incentivar la inversión, al tiempo de garantizar que cada uno de nosotros pueda desarrollarse plenamente.

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