Editorial

Atentado explosivo a sucursal bancaria

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En la madrugada de ayer una sucursal bancaria ubicada en la comuna de La Florida fue objeto de un atentado explosivo que ocasionó severos daños y produjo alarma y temor en un amplio radio debido al estruendo y alcance de los fragmentos de la detonación. El modus operandi detrás de este nuevo acto de terrorismo es similar al observado en el pasado, ya que los informes preliminares hablan de un extintor relleno de pólvora.

Tras el atentado, el ministro del Interior ha dicho sentir frustración e impotencia, en referencia a recientes dictámenes judiciales ligados a episodios como los del caso Bombas o caso Pitronello. El secretario de Estado ha instado a la justicia, al ministerio público y los querellantes no sólo a poner todos los esfuerzos necesarios para descubrir quiénes están coordinadamente detrás de estos hechos, sino que también a enviar las señales correctas en orden a que los infractores y delincuentes involucrados recibirán sanciones proporcionales a la gravedad de sus actos.

Un país que históricamente se ha preciado de contar con instituciones que funcionan no puede desatender algo tan esencial como garantizar a sus habitantes un clima de seguridad adecuado y tampoco puede permitirse que a nivel de empresas e inversionistas se instale una sensación de temor. El Estado (policías, la justicia, los políticos) y los ciudadanos deben reaccionar de manera enérgica frente a este tipo de hechos. Una acción rápida y eficaz es imperiosa, todo lo cual, por cierto, requiere que con posteriodidad que se aplique justicia sin que quede la idea de que hechos de esta gravedad pueden quedar impunes o sin una sanción proporcional.

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