Editorial

Diversificación exportadora

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Las exportaciones chilenas de alimentos se aprestan a cerrar el año 2012 con un saldo excepcionalmente positivo, el cual les permitirá, con un valor acumulado superior a los US$ 15.000 millones, instalarse como el segundo rubro por envíos tras el cobre. De esta forma, las exportaciones alimentarias, favorecidas por una mayor demanda internacional y un alza en los precios, llegarían incluso a triplicar el monto anual de envíos del sector forestal.

El rubro de alimentos, que incluye una amplia gama de productos con distintos niveles de elaboración, si bien cerrará este año con una tasa de crecimiento inferior a la vista en 2011, tendrá un desempeño que contrasta favorablemente con el que exhibirán las exportaciones de cobre y las forestales, las que por distintos motivos cayeron en monto año contra año.

En un escenario económico internacional, en donde aún resta bastante para que se despejen del todo las incertidumbres procedentes del mundo desarrollado, y en un contexto local en donde factores como el costo de la energía, de la mano de obra, la baja en la ley de las reservas minerales y una serie de situaciones burocráticas y sociales que han dilatado y postergado el desarrollo de varios proyectos de inversión en el sector minero, que un rubro diversificado geográficamente y relevante en términos de empleo esté en expansión no puede ser sino una buena noticia.

Chile necesita una matriz exportadora diversificada y, por cierto, un tipo de cambio real que, acorde a los fundamentos macroeconómicos de largo plazo, no amague la competitividad del mayor número de sectores exportadores.

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