Editorial

La automatización como desafío estructural

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La pandemia del Covid-19 ha puesto en evidencia -y con toda probabilidad, acelerado- transformaciones en las formas de operar de las empresas bajo impulso del cambio tecnológico, por ende, también cambios de largo alcance en la composición del mercado del trabajo.

A partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) y de la Evaluación de las Competencias para Adultos que realiza la OCDE (PIAAC, por sus siglas en inglés), un estudio del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, consignado en Diario Financiero esta semana, entrega luces sobre el fenómeno de la automatización de tareas, lo cual tiene implicancias tanto de política pública para el Estado como de organización productiva y laboral para las empresas.

El problema de fondo exigirá dotar a las personas de nuevas herramientas para adaptarse a un mercado del trabajo muy distinto al actual.

Con cifras al 2020, el estudio indica que “el 25,6% de los ocupados estaba en alto riesgo de automatización”, con mayor riesgo para los trabajadores de mediana calificación, los hombres, los quintiles intermedios de ingreso (2, 3 y 4), y los dependientes. En concreto, un cuarto de la fuerza de trabajo ocupada enfrenta ese riesgo, lo que obliga a pensar -con sentido de urgencia- de qué manera enfrentar una realidad que obedece a factores económicos de los que Chile no se puede restar.

Ya antes de la automatización como riesgo, factores demográficos como el aumento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad apuntaban a la necesidad de contemplar nuevos enfoques para la capacitación laboral, entendida como un proceso permanente y no sólo como una etapa temprana en la vida de las personas. Ante transformaciones de este calibre en el tejido social, medidas como prohibir que la automatización sea una causal de despido, por ejemplo, no son la solución.

En el futuro, una vez alcanzado otro estadio de desarrollo, ideas como un ingreso mínimo universal garantizado pueden ser parte de la respuesta. Pero el problema de fondo, que dista de ser sólo económico, exigirá dotar a las personas de nuevas herramientas para adaptarse a un mercado del trabajo radicalmente distinto al actual.

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