La nueva realidad fiscal
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En su presentación ante el Congreso, el ministro de Hacienda dio a conocer las nuevas estimaciones fiscales para el año en curso, las que evidenciaron un escenario bastante más complejo de lo que se previó en la Ley de Presupuestos.
De acuerdo con lo esperado, los ingresos estarán por debajo de lo presupuestado, debido al menor crecimiento económico y a la caída del precio del cobre. Sin embargo, lo que no estaba considerado en las estimaciones del mercado era la importante sobre-ejecución de gasto corriente que habría este año, de US$ 1.200 millones, que sólo en forma marginal se explica por las emergencias recientes. Con esta cifra, el déficit estimado sube a un 3% del PIB, sólo superado por el resultado del año 2009, en que hubo que hacer frente a una crisis externa. Es preocupante que cerca de la mitad del deterioro fiscal se explique por mayor gasto corriente, dada la inflexibilidad a la baja de este tipo de gasto.
Tampoco fue una señal positiva el que el ministro señalara las dificultades para lograr la meta de equilibrio estructural en 2018. Aunque realista en su percepción, esto da cuenta de que el deterioro fiscal actual no es un fenómeno transitorio, sino que tendría un carácter más permanente. El trasfondo es entonces que se está viendo difícil recuperar un ritmo de crecimiento de tendencia superior a 4%. Reconocer el problema es un hecho positivo, lo que queda pendiente entonces es enfrentarlo con las políticas correctas. Esto no sólo significa revisar el impacto en crecimiento que tienen las reformas en discusión, sino también sumar a la agenda medidas concretas y efectivas en pro del desarrollo productivo.